En la página diecinueve del libro "Educación para la ciudadanía" 2º de ESO, editorial SM, se habla de solidaridad, y se insta a los alumnos a que sean todos "la voz de los que no tienen voz (sic)". Es decir, debemos denunciar aquellos abusos e injusticias que aquellos que las padecen no pueden denunciar porque sufren una brutal opresión y/o porque son analfabetos y pobres y no pueden hacerse oir. En la parte inferior de la página aparece una foto de Wangari Maathai, Premio Nóbel de la Paz en el año 2004, con la siguiente leyenda: "Hay personas que no se han contentado con quejarse de lo mal que está el mundo, sino que han hecho lo posible para mejorarlo. Gracias a ellas, han cambiado muchas cosas. Merecen nuestra admiración y gratitud. La historia avanza gracias a proyectos elaborados por personas inteligentes y generosas".
En fin, me quedo perplejo. ¿No había otro personaje con cualidades más excelsas para proponer como modelo a nuestros jóvenes alumnos?
Me ha parecido oportuno publicar en esta entrada parte de un artículo que he encontrado por la red escrito por Violeta Yangüera y que incide directamente en este asunto:
Desde la fundación en 1977 del Movimiento Cinturón Verde, Wangari Maatahi ha plantado treinta millones de árboles y miles de viveros en toda el África para combatir la deforestación, Wangari Maatahi ha merecido un Nóbel. El premio Nóbel de la Paz a la viceministra de Kenia por su lucha contra la deforestación.Wangari es ecologista, doctora en biología pero también es de la etnia kikuyu y así lo dice: "En el fondo, yo no soy más que una kikuyu, rebelde como la esencia de mi etnia" Y como "¿Kikuyusca o kikuyesca"? Wangari defiende y apoya la práctica de la amputación del clítoris como el ritual tradicional de la mujer en el paso de la niñez a la adultez. Según dijera en una campaña de apoyo a la ablación femenina, "La escisión está en el corazón de los kikuyus, es imposible una iniciación sin clitoridectomía". Para ella, esa terrible obligación para las niñas de su tribu, es algo cultural.La Organización Mundial de la Salud estima que 130 millones de mujeres han sufrido el corte de clítoris (entiéndase bien, se lo cortan, es que se lo cortan, con un cuchillo, con navaja, con tijeras, con el instrumento filoso que aparezca, y luego aplican borra de café para la cicatrización) en sus variantes que consiste en la extirpación total o parcial del clítoris y en la "circuncisión faraónica" que implica la extirpación total de los órganos genitales cosiendo la herida para tan sólo dejar un orificio por el que pase la orina y el flujo menstrual. Dicen los expertos que el pequeño orificio es del tamaño de un grano de arroz. También dice la OMS que anualmente a dos millones de niñas les espera ese destino. 30 millones de árboles, 130 millones de cortes de clítoris. Felicitaciones a los señores que premian a los ganadores. Por cierto, ¿por casualidad, no será la ablación femenina una verdadera y terrible violencia contra el género femenino?