PRESENTACIÓN

jueves, junio 17, 2010

EDUCACIÓN, ENSEÑANZA Y NUEVAS TECNOLOGÍAS III


Periodistas, opinadores y representantes políticos no pierden la oportunidad de flagelarse públicamente para parecer bondadosos e inteligentes. Y las grandilocuentes frases impostadas afloran por doquier. El gran problema de la enseñanza es la mala instrucción de nuestros alumnos, nos dicen. Los más osados incluso nos dan la solución: más aprender jugando, más dinero, más ordenadores y más internet. La cuestión es muy parecida a la de una pareja de recién casados que contempla atónita como su bebé llora sin parar todas las noches. ¿Qué hacer? Finalmente descubren el fabuloso fármaco: tapones para los oídos. ¿Se han parado a pensar los padres novatos si el niño tiene hambre o le duelen la encías? Y los insignes políticos, pedagogos y sociólogos educativos, ¿no se han parado a pensar si quizá esta mala instrucción podría ser consecuencia de otros problemas que sí son los grandes problemas? ¿si es solo uno de los síntomas y no la enfermedad? Entre esos grandes problemas habrá algunos en los que podremos incidir para su mejora y en otros, poco o nada. El conocimiento no garantiza la solución. No siempre, desgraciadamente. La estructura social es la que es, y los padres ya tienen bastante con la necesidad imperiosa de trabajar los dos para pagar las letras del piso. La omnipresente televisión con sus interminables debates y cotilleos banales donde se grita, se interrumpe continuamente al otro y se aplaude al más histriónico del grupo invade los hogares a todas horas y en todos los canales. Y es un hecho casi ineludible que los niños pasen más tiempo solos en casa que antes y que tengan a su alcance estos juguetes tan entretenidos que son la tele y el ordenador. Los padres deberían atender un poco más a esto último. Por lo demás, poco podemos hacer en estas cuestiones. Pero hay mucho que hacer en otras. ¿No tendrá alguna culpa del desastre educativo, y no poca, la ley de educación que soportamos desde hace más de quince años? Y en la cuestión que nos trae, ¿es la digitalización generalizada de la enseñanza la gran solución?, ¿o por el contrario son tapones para los oídos? Me temo que mientras no atendamos a los problemas de verdad, al menos a los que podamos abordar, el entusiasmo sobre los medios digitales integrados en la enseñanza serán solo eso: tapones para los oídos; pseudosolución políticamente correcta que además nadie se atreve a cuestionar por su apariencia de modernidad. Lo técnico tiene estas cosas. Nos seduce y nos deslumbra. Y sin embargo, en mi opinión, confundimos el orden a la hora de tratar las cuestiones.
Hay enseñanza básica. El Estado la impone por ley y el alumno la asume por deber y como obligación. Ergo hagamos que la enseñanza media sea verdaderamente media donde la prioridad sea la exigencia en la instrucción (el correcto comportamiento se le ha de suponer ya al alumno, como el valor al soldado). Es un deber del Estado ofrecerla y un derecho (no un deber) del alumno adquirirla. Esta diferencia entre derecho y deber es un matiz, pero un matiz muy importante. Una verdadera enseñanza media será la única forma de que la Universidad sea una verdadera Universidad. ¿Qué es el plan Bolonia? Un ajuste a la realidad, no un intento de mejora de la realidad. Se reconoce de facto que la llamada enseñanza media es en realidad básica. De modo que los estudios de grado, que quieren hacer equivalentes a las antiguas licenciaturas, son poco más que una enseñanza media que intenta ir un poquito más allá. Finalmente el posgrado será lo más parecido a las licenciaturas de antes. Lo que ocurre es que la mayoría de los posgrados hay que pagarlos. El discurso político vigente empieza hablando de una buena educación para todos y la realidad es que solo habrá una buena educación para unos pocos: los héroes que hayan atravesado el desierto de la inexistente enseñanza media de los institutos y, entre ellos, sobre todo los que tengan dinero para pagarla.
Hay mucho de lo que hablar. Mucho que aclarar. Mucho que cambiar. Hagámoslo. Después, hablemos de la importancia de las nuevas tecnologías en la enseñanza. Que desde luego la tiene. Y mucha.

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