PRESENTACIÓN

jueves, mayo 19, 2011

HUME, SHREK Y LAS CEBOLLAS (crítica al yo)



Hume, el yo y las cebollas por jesuspalomar

¿Qué tienen que ver los ogros, Hume y las cebollas?


Más de lo que a simple vista parece. Veamos:

Shrek dice que los ogros son como las cebollas, pues tienen capas. Pero es evidente que si quitamos una a una cada capa de la cebolla deberíamos encontrar al fin la cebolla. O sea, que siendo rigurosamente empiristas tras la última capa de la cebolla deberíamos ver la cebolla, ¿no es eso? No obstante, todos sabemos que no encontramos allí a la cebolla. Sorprendente, ¿verdad? Lo mismo podría decir Hume sobre las personas. Es decir, sobre cada uno de nuestros “yoes”. El yo es complejo, como las cebollas. O sea, tiene capas.

Todos pensamos que existimos como una entidad sustancial e individual. Juan es distinto de Pedro y ambos son sustancias diferentes a mí mismo.

¿Qué queremos decir con la idea de yo? Por yo entendemos un soporte, una identidad indisoluble que no cambia nunca y que sirve para unir diversas experiencias que constituyen mis experiencias y no tus experiencias. Aunque yo tenga pertenencias diferentes en el tiempo y diversas experiencias yo soy distinguible de ellas. El cuerpo, las vivencias, el carácter, son míos, me pertenecen, pero no soy yo. Esto es, son capas del yo.

¿La idea de yo tiene una referencia empírica? ¿se corresponde con alguna impresión? Hume se propone encontrarse a sí mismo en esta introspección psicológica, pero sólo encuentra impresiones e ideas que se suceden en el tiempo y no ese algo sustancial que une las impresiones. Yo tengo ahora un dolor de muelas, acto seguido la impresión compleja de un libro que leo, después la impresión simple de un ruido que rompe mi concentración en la lectura, posteriormente un recuerdo agradable de la niñez. Estas impresiones e ideas que digo tener y que parecen pertenecerme no soy yo. Son mías. El yo es lo que une las vivencias. Pero el análisis me revela que hay vivencias, pero no el yo (la sustancia o el soporte que las une).

Una vez que hemos quitado una a una las capas del yo, resulta que el yo es como la cebolla. Algo misterioso que no podemos constatar empíricamente.


"Tiene que haber una impresión que dé origen a cada idea real. Pero el yo o persona no es ninguna impresión, sino aquello a que se supone que nuestras distintas impresiones e ideas tienen referencia. Si hay alguna impresión que origine la idea del yo, esa impresión deberá seguir invariablemente idéntica durante toda nuestra vida, pues se supone que el yo existe de ese modo. Pero no existe ninguna impresión que sea constante e invariable. Dolor y placer, tristeza y alegría, pasiones y sensaciones se suceden unas tras otras, y nunca existen todas al mismo tiempo. Luego la idea del yo no puede derivarse de ninguna de estas impresiones, ni tampoco de ninguna otra. Y en consecuencia, no existe tal idea.


En lo que a mi respecta, siempre que penetro más intimamente en lo que llamo mí mismo tropiezo en todo momento con una u otra impresión particular, sea de calor o de frío, de luz o sombra, de amor u odio, de dolor o placer. Nunca puedo atraparme a mí mismo en ningún caso sin una percepción, y nunca puedo observar otra cosa que la percepción. Cuando mis percepciones son suprimidas durante algún tiempo: en un sueño profundo, por ejemplo, durante ese tiempo no me doy cuenta de mí mismo, y puede decirse que verdaderamente no existo. Y si todas mis percepciones fueran suprimidas por la mente y ya no pudiera pensar, sentir, ver, amar u odiar tras la descomposición de mi cuerpo, mi yo resultaría completamente aniquilado, de modo que no puedo concebir qué más haga falta para convertirme en una perfecta nada."

Hume: Tratado sobre la naturaleza humana




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