viernes, noviembre 30, 2012

SIN GRIEGO (video)




(Gracias por la lectura del artículo en catalán-mallorquín por alumnos del IES Algarb de Ibiza. Me encanta cómo suena. Y gracias también a Rogelio por su simpática lectura del artículo en la Universidad de Murcia)


Filólogos son los que enseñan la lengua de Homero. Y, sin embargo, filólogos son también los enamorados de las palabras. Y es cosa sabida que amar las palabras es la básica condición para pensar correctamente o escribir un hermoso poema de amor.

Pero sin la lengua griega, el filósofo y el poeta que todos llevamos dentro tendrían la embarazosa tarea de inventar otra palabra más precisa que ‘idea’ con la que pensar ideas. Y otra más bella para decir poema. 

Sin nociones de griego, aunque seas Nobel de Física, ignorarás que dividir un átomo es imposible. Siendo un carismático parlamentario o un meticuloso gramático, desconocerás que cuando dices monarquía, utopía, democracia, metáfora o alegoría estás hablando en griego sin saberlo. Podrás ser un respetado biólogo que almacena en su memoria el nombre de todos los animales, pero te costará entender que un cefalópodo tiene el cerebro en los pies. Si tu vocación es la cirugía, deberás buscar en el diccionario qué es una histerectomía. Y aun siendo medallista olímpico, no sospecharás que un gimnasta vestido es una contradicción o que la verdad desnuda es una redundancia.


sábado, noviembre 03, 2012

NACIONALISMO

El término nación es un universal con al menos dos significados distintos. Desde la sociología política se consideran paradigmáticos al respecto el nacionalismo francés y el nacionalismo alemán, tal como se desarrollan durante el siglo XIX. Para los franceses la nación es un concepto construido que en última instancia se refiere a cada uno de los individuos concretos que la forman. Así pues, la nación francesa es el conjunto de los ciudadanos franceses. ¿Quiénes son estos ciudadanos? Aquí es donde entra el mecanismo abstractivo y la convención. Es francés aquel que tiene las cualidades comunes propias de los franceses. Como esta definición circular es poco esclarecedora, y quizá podría haber un francés que no nació en el territorio francés o no habla francés o no tiene el aspecto de la mayoría de los franceses, entonces se recurre a la convención: el rasgo fundamental para ser francés es querer serlo. Sin embargo, para algunos alemanes del siglo XIX la nación es un universal que existe realmente. Es decir, es una esencia, un Volksgeist, un espíritu que transciende a cada uno de los individuos que la constituyen. Se es alemán naturalmente, aunque no se quiera, si se participa de la nación alemana; como un árbol lo es por participar de la Idea de árbol en un mundo celeste, que diría Platón.