«¿Es
verdad o no es verdad que la primera pregunta que nos planteamos cuando
intercambiamos una opinión sobre un político es si es de derechas o de izquierdas?»
Norberto Bobbio.
Derecha e izquierda
«Ser de la izquierda es, como ser de la
derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un
imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral»
J.
Ortega y Gasset. La rebelión de las masas.
Hay mucha gente que se autodenomina de izquierdas, hay
otros (en mi opinión muchos menos) que se autodenominan de derechas. Y hay
muchos que son denominados de derechas por los que se autodenominan de
izquierdas. Aunque también hay algunos denominados de izquierdas por los que se
autodenominan a sí mismos de derechas. Muchos se sienten de derechas o de
izquierdas porque así se sentían sus abuelos o padres. En fin, esto son datos
que tienen interés para la antropología, la sociología o para la psicología
social. Pero poco nos dicen en relación con el significado de los términos. En
mi opinión hoy por hoy estas dos palabras no aportan nada a la teoría política. Actúan como mantras hipnóticos que tienden a bloquear todo intento
de esclarecer conceptos políticos. Y empezar un debate evocando la izquierda o
la derecha, es el modo más sencillo de acabar en confusión.
Los términos izquierda y
derecha están plagados de contradicciones, lugares comunes, prejuicios y
emociones. Existen libros al respecto que pretenden aclararnos. Bobbio intenta
la empresa. También Gustavo Bueno, pero hay otros muchos. Ninguno de ellos me
ha dado una idea clara de los términos. En fin, no nos atasquemos con las
palabras. Las palabras son signos que deben denotar significados para ayudarnos
a entender la realidad. Si no cumplen esta función, quizá sería mejor utilizar
otras. No se acaba el mundo por ello. La termimología política va más allá de
este par de palabras: igualdad, libertad, sufragio, indepedencia de poderes o
poder omnímodo, república o monarquía, confesionalidad, laicismo o aconfesionalidad,
etc. Aunque muchos de estos términos se expresan también en forma binaria, se
pueden matizar y posibilitan una discusión que puede ser esclarecedora y algo
más fructífera.
No obstante, ¿podemos
aproximarnos un poco a lo que significan o deberían significar este par de
términos tan resultón en los debates políticos?
Para los romanos lo derecho
era, explícitamente, lo recto, lo enderezado o equilibrado, que venía a
oponerse a lo torcido y desviado. Estos vocablos, meramente descriptivos,
adquieren valor cuando lo derecho se predica de la balanza que sujeta la diosa
Justicia. Si la balanza está derecha hay entonces equilibrio y justicia, si
está torcida, injusticia manifiesta. La palabra derecho se instala entonces en
el ámbito jurídico.
El término derecha aparece también en el lenguaje religioso con
una valoración claramente positiva. De modo que los buenos, tras el Juicio
Final, estarán junto a Cristo, a la derecha del Padre celestial. Lo que nos
lleva a pensar que a la izquierda estarán los malos.
Lo izquierdo es entonces recipiente de todo lo negativo. Es
sabido que levantarse con el pie izquierdo trae mala suerte. Precisamente
porque lo derecho es lo recto, una conducta, un deseo o un pensamiento
inadecuado o incorrecto que no deberíamos tener es torcido o desviado; o sea,
siniestro. Es decir, izquierdo. En castellano lo siniestro, originariamente lo
opuesto a lo diestro o derecho, es expulsado de la lengua, como si el
significante mismo estuviera contagiado del referente indeseable que acaba por
designar. Lo sustituimos, entonces, por otro más neutro y virginal: izquierdo,
al parecer término de origen vasco que también adquiere el gallego y el
catalán.
Pero quien utiliza bien su instrumento de trabajo es diestro
con el martillo o con el ordenador. Y el torero, que necesita utilizar
especialmente bien la espada, pues se juega la vida, es, sin más, el diestro,
desplazando al toro a un indeseable lugar siniestro.
Sin embargo, es en la Revolución Francesa donde la dualidad
espacial irrumpe en el lenguaje político. A la derecha de la Asamblea, los que
prefieren mantener los logros alcanzados; a la izquierda, los que quieren
seguir avanzando.
Ya entrados en el siglo XIX encontramos de nuevo la
terminología derecha-izquierda, pero esta vez en el ámbito de la filosofía. Las
dos corrientes de discípulos de Hegel son llamadas izquierda hegeliana y
derecha hegeliana. Críticos los primeros con todo aquello de la filosofía de
Hegel que sugería inmovilismo o conformismo con la situación social presente,
con aquel componente estático que no invitaba a cambiar la realidad.
Complacientes los segundos con el aspecto inmovilista de los planteamientos
hegelianos.
Destacan de la izquierda hegeliana
los jóvenes Feuerbach y Marx. Ambos especialmente críticos con la religión. La
propia filosofía de Hegel es vista como teología, como religión disfrazada de
filosofía. Y la religión es alienante y opresora para la Humanidad. Resulta
entonces que la izquierda hegeliana es atea. Y cerrando el círculo tenemos de
nuevo la dualidad espacial relacionada con lo religioso. Para el ateo lo bueno
del lado de la izquierda, para el religioso, lo contrario. Se establece
entonces un irreconciliable dialogo. Para los católicos la izquierda no puede
ser otro lugar que el ámbito de la materia y lo terrenal, demasiado vulnerable
siempre a las tentaciones diabólicas. Y para los ateos, la derecha será el
lugar de Dios, del espíritu, de lo celestial. En definitiva, de todo aquello
que a través de la historia ha alienado y oprimido al hombre y que sería bueno
eliminar.
No es extraño entonces que sea el
ateísmo (en ocasiones expresado como anticlericalismo) uno de los rasgo que
suelen exhibir muchos de los que se autodenominan de izquierdas. Precisamente
el mismo rasgo que hace que algunos católicos especialmente sensibles a la
injusticia social muestren reparos a la hora de ser denominados de izquierdas.
A la izquierda, la apuesta por el futuro esperanzador, el optimismo de lo venidero, pero también el ateísmo y el materialismo. A la derecha, el conservadurismo, la tradición, la mirada al pasado como a una fuente de luminosas inspiraciones. Pero también la religión. Porque en el pasado siempre encontramos el fenómeno religioso, partera imprescindible de la Humanidad. Y sólo en el presente y quizá en el futuro es posible un mundo sin religión. Tal vez nihilista y desesperado. Tal vez, enamorado de la ciencia, alegre y reconciliado.
Para saber si eres de izquierdas o de derechas, te recomiendo este enlace del blog de Ángel Alfaro
A la izquierda, la apuesta por el futuro esperanzador, el optimismo de lo venidero, pero también el ateísmo y el materialismo. A la derecha, el conservadurismo, la tradición, la mirada al pasado como a una fuente de luminosas inspiraciones. Pero también la religión. Porque en el pasado siempre encontramos el fenómeno religioso, partera imprescindible de la Humanidad. Y sólo en el presente y quizá en el futuro es posible un mundo sin religión. Tal vez nihilista y desesperado. Tal vez, enamorado de la ciencia, alegre y reconciliado.
Para saber si eres de izquierdas o de derechas, te recomiendo este enlace del blog de Ángel Alfaro
Yo lo resumiría así: "Derechas", Conservadores. "Izquierdas", Progresistas. O al menos, así era antes...
ResponderEliminarQuizá son los términos más aproximados. Pero también pueden resultar problemáticos. Si entendemos conservador como aquel que defiende una moral tradicional generalmente unida a una concepción religiosa, ¿es de derechas un liberal que no solo cree en la libertad económica sino que cree también en las otras libertades individuales? ¿es de derechas un liberal ateo? Por otro lado el término progresista está demasiado desgastado. ¿Stalin era progresista o conservador (a su modo)? Y si era conservador, ¿era entonces de derechas?
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