viernes, julio 18, 2014

LA PELÍCULA ANTZ Y PLATÓN




La película Antz nos sirve para ilustrar la política platónica. Existen múltiples similitudes y algunas diferencias. Intentemos resaltarlas.

El hormiguero está estructurado en tres clases sociales: gobernantes, militares y trabajadores, de forma similar a como Platón piensa su República. Las clases sociales están determinadas por el temperamento del individuo que tiene un carácter hereditario, recordemos como al principio de la película es asignado un pico o un casco militar a la pequeña larva de hormiga. La virtud de cada clase social es el cumplimiento de su deber. Lo importante es el superorganismo o la comunidad de hormigas donde el individuo es insignificante. La aristocracia gobernante (la reina, la princesa Bala y su séquito), convive con la clase militar en Palacio (al menos con las altas jerarquías militares) y Platón prescribe que gobernantes y militares vivan en comunidad.
Ciertamente la aristocracia gobernante de la película Antz (la hormiga reina y su hija), no son filósofos. Además lo que plantea la película es más bien el sometimiento de la aristocracia a la élite militar en una especie de golpe de Estado. Ambas cuestiones no serían subscritas por Platón.

La utopía es una forma de organización social y política que debido a la perfección teórica que supone y a los presupuestos sobre la naturaleza humana de los que parte resulta imposible o muy difícil de realizar. La palabra utopía es de origen griego y etimológicamente nos remite a un no-lugar (u-topos), algo que no existe “¿todavía?” en la realidad. El primero que utiliza esta palabra en el sentido citado es el renacentista Tomás Moro en su obra Utopía donde describe una sociedad ideal.

miércoles, julio 02, 2014

LOS PADRES DE LA DEMOCRACIA

Cuando Locke, Mostesquieu y Rousseau utilizan explícitamente la palabra democracia piensan en el modelo ateniense: democracia directa o asamblearia en pequeños territorios. Cierto que durante los siglos XVII y XVIII el concepto de democracia va perdiendo progresivamente el carácter peyorativo que había tenido desde Platón, pero dista mucho de ser un sistema político preferente para nuestros tres teóricos políticos. Curiosamente nuestros autores pasan por ser ideólogos de la democracia moderna. No obstante, ninguno de ellos defiende la democracia explícitamente como la mejor forma de organizar el poder. Lo cual no deja de ser irónico, ¿verdad?

Locke y Montesquieu pretenden limitar el poder absoluto de los reyes y sus planteamientos políticos van encaminados a defenderse de las tiranías. Para ello abundan en la idea de un constitucionalismo liberal: limitación del poder del Estado separando sus poderes fundamentales y elaboración de las leyes por representantes políticos. Rousseau, con planteamientos más sociales, descubre o inventa el concepto de soberanía popular que va parejo a la participación directa del pueblo en la elaboración de las leyes. Los dos primeros dan importancia a las libertades civiles y políticas y el segundo a la soberanía popular y a la igualdad social.

La cuestión es que en el siglo XVII y XVIII todos sabían qué era la democracia, aunque pocos la defendían. Pero en el siglo XXI el concepto de democracia moderna, revindicado por casi todos, sigue siendo un galimatías que se fundamenta desde presupuestos diferentes y antagónicos de filósofos que se declaraban, para más inri, no demócratas. Esto hace que democracia sea hoy una expresión vacía, carente de significado si el orador o escritor no especifica lo que entiende por ella. Pongámonos en guardia, por tanto, cuando la escuchemos a políticos que pretenden hacerse querer, pues podrían estar pensando tanto en Cuba como en EE.UU, y en ambos casos sería posible razonar con cierta coherencia su elección semántica. Lo importante no es qué es una verdadera democracia o qué es una democracia real, por utilizar una expresión más de moda en nuestra España actual. Lo verdaderamente importante es qué entiende usted, político que pide nuestro voto, por democracia. Sirva esto de aviso y prevención para mis estimados lectores.

En fin, empecemos por el principio. A continuación intentaremos aclarar qué entendían por democracia los padres putativos de la democracia moderna (sea esta lo que fuere) Locke, Montesquieu y Rousseau.