lunes, junio 19, 2006

MUERA ENTONCES LA FILOSOFÍA (o de la LOE)


El Gobierno planea la supresión de la Ética y la reducción de clases de Filosofía en la Enseñanza Secundaria. Soy profesor de Filosofía y hace algunos días que compruebo que muchos de mis colegas no paran de lamentarse. Pero no se preocupe, señora ministra. No, no le voy a dar más el tostón. Todo lo contrario. Es que no llego a entender a qué viene tanto pesimismo. He pensado un poco. Y he llegado a reveladoras conclusiones que demuestran lo injustificado de estos llantos.
Prescindir de la Filosofía en Secundaria es cosa buena. Al fin y al cabo todos sabemos que la Filosofía no sirve para nada. Lo había escuchado muchas veces sin querer admitirlo, pero estaba equivocado. Esta misma mañana lo he constatado empíricamente. Se me averió el coche. Puse la Crítica de la Razón Pura con sobrada fe racional encima del capó, y nada. Seguía averiado, o peor. Al contacto del libro con la chapa, se cayó el retrovisor. No es útil la Filosofía, muera entonces.
Pero como soy un impenitente pecador he seguido pensando, a mi pesar. Y he llegado a la conclusión de que Arte, Literatura, Lengua y otras disciplinas de la misma calaña tampoco sirven. El coche no arrancaba con El Quijote ni con una reproducción muy presentable de Las Meninas. La Lengua es la peor. Esta manía de multiplicar significantes y crear significados utilizando el lacaniano procedimiento de la metáfora y la metonimia es un intolerable derroche. Con onomatopeyas nos iría de maravilla. ¿Y los conceptos abstractos?, un horror. Inútiles, desde luego. Y además nocivos. ¡Cuánto sufrimiento aportan al alma! El lenguaje es la semilla de nuestros dolores más profundos. Recuperemos la salud del perro, mejorando a Diógenes. Si un perro no puede estar loco es porque sabiamente decide no utilizar palabras. Le basta con mover la cola para decir que está contento o enseñar los dientes para decirnos que si te acercas te muerdo. Quedémonos ahí. Ese lenguaje sí es útil. Y sirve, ya lo creo. Mamá agua, mamá frío, papá quiero un móvil. Y pare usted de contar. ¿Y la ortografía? Pos eso. Ke +dá, = mese hentiende. No hablaré mucho del griego y el latín. Demostrar su inutilidad, huelga. ¿A qué retorcido espíritu se le puede ocurrir estudiar y pretender enseñar una lengua muerta? Por Dios, si ya es mala la viva, la muerta ni le cuento. Pero en el pecado llevan la penitencia, señora ministra. Estos expertos de la muerte que maliciaban los espíritus de nuestros chicos con enrevesadas declinaciones y extraños vocablos hace tiempo que pululan macilentos por los institutos como sombras por el Hades. Usted tranquila. Ya casi ningún alumno estudia griego ni latín.
Tras estas revelaciones creí que todo estaba claro. Pero no. Mi pensamiento se embaló. Sin mi permiso, claro. Y seguí pensando. Pasmao quedé. Pues descubrí que las otras, esas otras asignaturas que todos creíamos útiles, tampoco sirven para nada. Si se trata de formar buenos y felices ciudadanos, entonces, a ver, ¿para qué le sirve a un buen ciudadano saber integrales? Con las cuatro reglas bien aprendidas para sumar lo que hay que pagar a Hacienda, le sobra. ¿Y la Química? ¿Para qué puñetas sirve saber que el agua es H2O? En un desierto querría verle con este imprescindible conocimiento. Lo que se necesita saber es que el agua calma la sed. Hasta ahí debería llegar la clase de Química. Lo demás es ganas de enredar.
Por mor de una educación de verdadera calidad lo más apropiado sería que la Enseñanza Secundaria fuese una reiteración incesante de los conocimientos impartidos en Primaria. Aunque no sé, no sé. Quizá tendríamos que simplificarlos un poco. Me temo que allí hay también alguna excrecencia. Más allá de cortar y pegar, y la tabla de multiplicar cantada (si no, no vale), resulta todo demasiado sospechoso. Repitiendo esas dos o tres cosillas útiles machaconamente desde los cinco años hasta los dieciocho nos aseguraríamos de que han aprendido lo esencial y tendríamos perfectos y felices ciudadanos. Pero... ¿no podríamos traumatizarlos con tanto esfuerzo?
Nada, nada. Definitivamente propongo que la Enseñanza Secundaria sea explícitamente lo que ya casi es de hecho: una especie de casino de pueblo para jóvenes, a modo de jardín de infancia o centro social de la tercera edad. La LOE casi es sincera, pero aún le sobra un poco de moralina rancia. Propongo que elaboremos una nueva ley que se exprese sin tapujos. Por ejemplo, en lugar de hablar de institutos de secundaria, hablemos de aparcaniños o centros de ocio obligatorio. Con estas dos ligeras modificaciones, en la Enseñanza y en la Ley, habremos matado dos pájaros de un tiro. Además de mejorar la hedukazion nos habremos mejorado todos moralmente suprimiendo ese horrible vicio de la hipocresía.
Antes de concluir he de confesarle otro pecadillo, señora ministra. Sí, yo era de esos que consideraban que toda educación debía conllevar esfuerzo, que repetir curso era conveniente para el alumno si había suspendido algunas asignaturas, que un estudiante que escupe a un profesor o muerde el tobillo de un compañero debería recibir una pequeña sanción que le hiciese comprender que eso no se hace. Incluso llegué a considerar, pervertido por un tal Freud, que sin un mínimo de autoridad y disciplina no había educación ni socialización posible. Ese loco vienés me lió con uno de sus libros: El malestar en la cultura. Venía a decir que sin la represión de ciertos deseos no surge la conciencia moral. Total, que me puso en un dilema pedagógico: la incomodidad de ser hombre o una ufana animalidad. Quizá por veleidad romántica opté por lo primero. Yo quería ayudar a que se formasen como personas. Ahora sé que estaba equivocado. Qué disparate. Sin duda es mejor educar en la animalidad satisfecha. Todos sabemos ya que Freud era un reprimido sexual y un resentido. Y por eso decía esas cosas. Además era un facha. Con tanta represión y eso.
Por último, me referiré a las quejas gremiales de mis colegas. Sinceramente, no las entiendo. Es cierto que si se cumple la LOE sobramos más de la mitad de los profesores de Filosofía. Pero la hedukazion, así planteada: sin Filosofía, sin esfuerzo, y sin muchas otras cosas que han caído y que irán cayendo, es una tarea titánica para selectos espíritus y robustos cuerpos. Yo sólo soy un humilde profesor de espíritu normalito y más bien enclenque. Y no nos engañemos, la mayoría de los colegas que conozco, también. La excelencia nunca es abundante. Tampoco en nuestro gremio. De modo que agradezco que me releguen de esta ardua y heroica tarea. Pues sólo un héroe puede soportar la sistemática falta de respeto de criaturas de doce, trece o quince años, cuando no el insulto o la agresión. Sólo verdaderos héroes altruistas y geniales están preparados para ello. Hace diez u once años había muchos héroes de esos. Imbuidos de fuerza e ilusión por la LOGSE. Perfectos pedagogos llenos de vocación. Pero se marcharon todos, con el mayor de los pesares (bien lo sabe Dios), a realizar tareas más ingratas. Así están las cosas. Nosotros nos quedamos huérfanos y ellos, nuestros añorados héroes; o están recluidos en departamentos de orientación desde donde apenas pueden dar clases, los pobres (con orientar tienen bastante); o están ocupados en defender nuestros derechos en sufridos sindicatos; o bien trabajan intensivamente desde fríos despachos dependientes del Ministerio de Educación o consejerías autonómicas. Lástima, siempre se van los mejores. Así que espero con ilusión una nueva tarea en el Instituto. Igual de digna, desde luego, pero menos heroica, más acorde con mi sencilla naturaleza. Quizá jardinero. Quizá conserje. Quizá bibliotecario. Será un placer.

(Publicado en el diario ABC del sábado 28 de Mayo de 2005)

Jesús Palomar Vozmediano

3 comentarios:

Vicente Torres dijo...

Saludos

Anónimo dijo...

La vida que usted describe, plagada de odios anti-intelectualistas y de jóvenes formados ya en el anti-intelectualismo, también la vivimos en México los que hemos sido profesores de filosofía en las universidades. Ante la legión de obstáculos malintencionados parece que lo único que puede uno hacer es mantener siempre una actitud de écrasez l'infâme y expresarla en las formas más directas o indirectas de la palabra y de la acción que una vida ofrece. Usted ha escogido una de estas opciones publicando este espléndido escrito, cuya fuerza reside en la exactitud de captación/conceptuación tan precisa de las realidades de la filosofía y la educación y los enemigos de éstas, combinada perfectamente con una ironía mordaz. Le agradezco que comparta con un lector este escrito de aire fresco.

Reciba mis más respetuosos saludos, Sr. Jesús Palomar.

Eliot Benítez

Javi García dijo...

Saludos Jesús, me interesa mucho el tema sobre el que has escrito ,ya que,probablemente la falta de disciplina de la mayoría de los alumnos de ESO nos impiden segir el ritmo de aprendizaje normal a la minoría queremos aprender