jueves, diciembre 22, 2011

DESEO Y UTOPÍA (texto)

1ªPARTE
El Sol y no la Tierra es el centro del Universo, proclama Copérnico. El deseo y no la razón es el centro del hombre, afirman Freud y Nietzsche. Llueve así sobre mojado, y el hombre anda doblemente fuera de lugar. Pero, ¿qué deseamos cuando deseamos? El objeto es deseable porque es de hecho deseado, y no a la inversa. Y ¿quién lo desea? Mi deseo es siempre el deseo del Otro, dice Lacan. ¿Y por qué lo desea el otro? Pregunta retórica. El hilo de Ariadna nos lleva a una regresión infinita que vuelve a poner en evidencia la banalidad del objeto de nuestro deseo y resalta, con meridiana claridad, la naturaleza deseante del hombre. Lo importante en este laberinto es que el hombre desea, lo de menos es lo que desea. Deseamos desear, y el objeto sólo es una mera excusa para poner en marcha el deseo mismo. El deseo nos constituye. Nos modela. Nos atraviesa. Nos labra como a la tierra el arado y planta en los pliegues del espíritu la semilla de sus propios males: la tristeza y el miedo.

DESEO Y UTOPÍA (video)

1ªPARTE

2ªPARTE



3ªPARTE

sábado, diciembre 03, 2011

HUME Y LA VIDA MIXTA




          Visión multifactorial del hombre, lugar de la filosofía en la vida humana y recomendación de una vida mixta como la más adecuada para alcanzar algún grado de felicidad.
       
       El mero filósofo es un tipo humano que normalmente no goza sino de poca aceptación en el mundo, al suponerse que no contribuye nada ni a la utilidad ni al placer de la sociedad, ya que vive alejado del contacto con la humanidad y está envuelto en principios igualmente alejados de la comprensión de ésta. Por otra parte, el que no es más que un ignorante es aún más despreciado, y no hay nada que se considere señal más segura de carácter estrecho en una época y nación donde las ciencias prosperan que el estar totalmente desprovisto de afición por estos nobles entretenimientos. Se piensa comúnmente que el carácter más perfecto se halla entre estos dos extremos: un carácter dotado de la misma habilidad y gusto para libros, vida social y negocios; la finura y discernimiento que se muestra en el trato debidos a las Bellas Artes, y la integridad y precisión apropiada para los negocios, resultado natural de una filosofía correcta. Para difundir y cultivar un carácter tan logrado, nada puede ser más útil que ensayos de estilo y desarrollo sencillos que no se aparten demasiado de la vida, que no exigen aplicación profunda o recogimiento para ser comprendidos, y que devuelven al estudioso a la humanidad imbuidos de nobles sentimientos y sabios preceptos, aplicables a cualquier exigencia de la vida. Gracias a estos ensayos la virtud resulta amable; la ciencia, agradable; la vida social, instructiva, y la soledad, entretenida.