jueves, octubre 31, 2013

ENSEÑANZA Y MELANCOLÍA



¿Es la Lomce una catástrofe? Lo más descorazonador de la ley Wert no es que sea una catástrofe. Sino que en lugar de combatir la permanente catástrofe que supone la Logse-loe, parece continuarla a su manera. Se desaprovecha entonces una fabulosa oportunidad para mejorar sustancialmente el sistema. Gran parte del mal de la ley Wert es lo que ésta sigue conservando de la ley anterior: la promoción de curso con más de dos asignaturas suspensas, por ejemplo. A esto se añaden nuevos males, como el desprecio palmario a las asignaturas de carácter humanístico fundamentales para una formación integral y no solo profesional. No obstante, hay algunas cosas buenas: la explícita diversificación y cierto rigor en los procesos selectivos, pues toda instrucción debe buscar excelencia, y quien no supera un mínimo de conocimientos no es segregado, simplemente ha suspendido y no puede ascender al nivel siguiente. De elemental justicia resulta también que el título de Eso y Bachillerato lo conceda el Estado mediante un examen unificador, igualando de este modo a los centros públicos y los privados. Se acabaría así con la suspicacia sobre el privilegio de lo privado y el presunto pago de las familias por la titulación de sus hijos.

Así las cosas, tenemos dos modelos propuestos. La Loe prefiere una primaria alargada hasta los dieciséis años (en la práctica hasta los dieciocho o más) donde se ofrece al alumno una socialización continua y una instrucción básica para ir tirando. La Lomce parece aflojar un poquito en este aspecto socializador, pero pretende que la enseñanza en los institutos se convierta en una especie de formación profesional básica.


miércoles, octubre 16, 2013

HANNAH ARENDT Y LA BANALIDAD DEL MAL (video completo)

Vuelvo a publicar el video documental sobre Hannah Arendt que lancé a la red en el año 2009. Esta vez en su versión completa y con algunas mejoras en el sonido y la imagen. Ahora lo podremos ver de un tirón con algo más de calidad.


Hannah Arendt y la banalidad del mal

La necesidad de comprender.
La historia nos presenta ejemplos de matanzas desenfrenadas y esclavización de masas humanas en procesos de conquista y colonización. Ni siquiera los campos de concentración fueron una invención de los nazis. Lo verdaderamente peculiar de la dominación totalitaria queda ejemplificado en el cambio que se produjo cuando el control de los campos pasó de las SA a las SS. Arendt lo caracteriza en estos términos:

“El verdadero horror comenzó cuando los hombres de las SS se encargaron de la administración de los campos. La antigua bestialidad espontánea de la SA dio pasó a una destrucción absolutamente fría y sistemática de los cuerpos humanos, calculada para destruir la dignidad humana por la SS. La muerte se evitaba o se posponía indefinidamente. Los campos ya no eran parques de recreo para bestias con forma humana como las camisas pardas, es decir, para hombres que realmente correspondían a instituciones mentales y a prisiones; se tornó cierto lo opuesto: se convirtieron en «terrenos de entrenamiento» en los que hombres perfectamente normales eran preparados para llegar a ser miembros de pleno derecho de las SS”

La historia nos proporciona diferentes encarnaciones del mal con una pléyade de motivos humanos. El agente del mal se suele mover por orgullo, envidia, odio o resentimiento. Y en este marco explicativo pueden encajar las brutalidades de las SA, pero no la fría y sistemática ejecución masiva perpetrada por las SS. Lo que Arendt destaca es que el agente del mal ejemplificado por las SS no obraba por ningún motivo de esta naturaleza. Él se veía a sí mismo como instrumento de un programa de eliminación de lo humano del que formaban parte el asesinato y la tortura como simples técnicas de gestión o como efectos colaterales exigidos por el funcionamiento del sistema.

Arendt considera esta forma de mal como una manifestación nueva: de una parte, porque se muestra reticente a las categorías tradicionales que explican las formas extremas del mal como perversiones de sentimientos humanos; de otra, porque responde a objetivos inéditos, que se resumen en la destrucción de la idea misma de humanidad.

¿Por qué lo hicieron? En "Memoria del mal, tentación del bien" Tzvetan Todorov advierte que la dificultad que plantea explicar y comprender los crímenes nazis puede inducir a situarlos fuera del umbral de lo ‘humano’ y a relegarlos al plano de lo ‘bestial’ o lo ‘monstruoso’. Pero calificar a tales individuos como monstruos los sitúa inmediatamente al otro lado de la línea. Algo demasiado cómodo. “Eran monstruos, o estaban locos” son afirmaciones que vienen a tranquilizar nuestras conciencias y a finiquitar toda reflexión. Pero tal actitud nos deja de nuevo a la intemperie ante futuros acontecimientos similares. Ni eran monstruos ni estaban locos.

¿Por qué lo hicieron? La pregunta sigue estando viva, y nos incumbe sobremanera, pues en ella nos jugamos nuestra propia humanidad.