lunes, mayo 19, 2008

¿POR QUÉ NO FUNCIONA LA ENSEÑANZA? IV

¿Promoción obligatoria?

Todo alumno debe ascender de curso según marca la ley, pero la ley no da un valor sustantivo a los conocimientos o a las actitudes (léase buenos hábitos, es decir, una conducta que al menos no entorpezca el aprendizaje de la mayoría). El criterio fundamental es la correcta integración y socialización del alumno, y en relación con este criterio es muy importante que el alumno abocado a repetir no se aleje demasiado de su grupo de edad (el pobre podría quedar traumatizado).

Evidentemente el alumno que tiene buen nivel académico y buena conducta pasa sin problemas al curso siguiente. Quien tiene un nivel académico malo (con varias asignaturas no aprobadas ni recuperadas en múltiples oportunidades) y un comportamiento pésimo o simplemente malo, también pasa. Pero ojo, quien tiene un nivel académico pésimo y una conducta nefasta también va pasando, aunque un poquito más lentamente. Obviamente el problema no es el primer grupo (este grupo es más bien la victima), el problema son los otros dos grupos que al promocionar mecánicamente (“promocionar”, de nuevo la neolengua psicopedagógica) entorpecen el nivel de aprendizaje de todos, de ellos mismos y de los otros (el grupo víctima).

Es oportuno recordar que cualquier alumno matriculado en ESO solo puede repetir un año cada ciclo. Es decir, un año cada dos años. Aun suspendiendo todas las asignaturas y aun sin saber español (si se trata de un alumno extranjero), si ya ha repetido 1º de ESO promociona obligatoriamente a 2º de ESO. Y el curso siguiente promociona mecánicamente a 3º de ESO, aun sin mejorar en conocimientos o actitudes. Si su nivel académico y conductual no mejora, probablemente repetirá 3º. Pero no siempre es así. Podría pasar a 4º normal o a 4º de diversificación. Dado que será el “último” año de educación obligatoria los criterios para tomar esta decisión no suelen ser (ahora menos que nunca) académicos o actitudinales, sino buenistas. Se trata de saber qué es lo mejor para el chico/a en cuestión, que repita 3º y separarlo de sus amiguetes casi de su edad o promocionarlo a 4º donde seguirá estando con sus amiguetes (en los casos en los que el problema del alumno es un comportamiento inadecuado, él y sus amiguetes podrán seguir fastidiando la clase rebajando el nivel académico de todos sus compañeros y seguir desesperando a sus profesores). La cuestión académica, actitudinal o lingüística, en el caso de los no hispanohablantes, cuenta aquí muy poco. De nuevo el criterio fundamental es el de la integración/socialización. O mejor dicho “la mal llamada integración”.Terminado el curso, el alumno podrá marcharse a casa, pero generalmente se le concede un año de gracia. Maldita la gracia cuando se da a un alumno “con problemas conductuales”, es decir, a un alumno que hace lo que le sale de las narices sin hacer caso a nadie (maldita la gracia que le hace a él, a los compañeros que aun tiene alguna motivación para aprender y a sus profesores. Aunque seguramente es una verdadera gracia para sus padres que podrán liberarse de su amado hijo durante un curso más). Esta “gracia” se concede sobretodo si el alumno aún no ha repetido curso en el segundo ciclo. Por buenismo que no quede.
De modo que en un 3º o 4º de ESO (para aclarar a los lectores que se pierden con tanto ciclo y curso diré que 3º y 4º de ESO se corresponden por edad a lo que en el plan antiguo era 1º y 2º de BUP) nos podremos encontrar con el chino y el ruso que no tiene ni idea de hablar español, los gamberretes de turno que se lo pasan bomba crispando a sus compañeros y a su profesor, los que tiene problemas cognitivos a veces verdaderamente llamativos (diversos tipos de autismos, psicopatías y deficiencias mentales), y todos ellos junto a lo que yo llamo el grupo víctima, “los normales”, que por cierto a estas alturas ya son muy poquitos pues por contagio y mímesis se han ido uniendo a alguno de los otros, sobretodo al de los gamberretes que es el que tiene mayor “prestigio social”. Este grupo de normales que queda son los resistentes, y son normales en relación con los alumnos de los años setenta, por ejemplo, pero son verdaderos héroes por su resistencia al contagio, y en otras circunstancias serían desde luego excelentes. Los que en estas circunstancias llegan a ser excelentes son verdaderos genios.
Ahora bien, este selecto grupito de alumnos que logra atravesar el desierto de la ESO solo tiene dos años para paliar el triste favor que le han hecho sus geniales gobernantes y la élite de expertos psicopedagogos que diseñó y puso en marcha esta casa de locos. Dos años, eso es lo que dura el bachillerato en la actualidad. ¿Recuerdan ustedes los tiempos en que había tres años de bachillerato y un año más de facto que se llamaba COU? En fin, aquello se acabó porque como ustedes saben era una cosa muy elitista que perjudicaba a los pobres. Pues bien, en tan solo dos años el alumno debe sacudirse todas las nefastas inercias de la ESO, incluido malos hábitos y el mínimo esfuerzo intelectual que en aquel desierto se exigía. La desesperación de los profesores ahora es de otro cariz, pero no menos erosiva. Prácticamente el primer curso de bachillerato se pierde intentando hacer comprender a los alumnos que aunque vengan a clase siempre, sean muy buenas personas o tomen los apuntes (muy bonitos ellos, por cierto), con rotuladores de colores, si sacan un cero en un examen, suspenden; que aunque ellos tienen sus opiniones sobre las cosas, 2+2=4 no es una cuestión de opinión; que hablar y levantarse sin permiso es intolerable; que el bachillerato no es obligatorio y si no les gusta pueden no matricularse, y así ad infinitum.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Jesús, me gustaría leer tu contribución positiva al problema ¿qué medidas podrían tomarse en tu opinión para solucionar el agónico estado de la educación en España?
Iñaki

Jesús Palomar dijo...

Sí señor. Ahí me duele.
La verdad es que la cosa está difícil. Si se trata de ser realista y partir de lo que tenemos ahora (y no plantear una reforma total, que creo que es lo que debería suceder) mi crítica no va mucho más allá de la famosa vía negativa de los escolásticos. Es decir, reconozco enseguida lo que está mal. Ahora, proponer con seguridad algo que esté bien, ya es otra cosa.
En fin. Intentémoslo. Para empezar, y en referencia al escrito que estamos comentado,
¿por qué la imposibilidad de repetir dos veces en el primer ciclo? Si un alumno es un desastre académico y además tiene una conducta inadecuada, enseñémosle lo que podamos y socialicémosle al máximo hasta los 16 años, pero repitiendo 1ºESO y también 2ºESO, si es necesario. El alumno que repite 1º y 2º ya tiene 16 años y se puede marchar a casa, aunque sin título (cuando esto ocurría en el colegio te daban el certificado de escolaridad, pero no el graduado escolar, ¿recuerdas?) El Estado habría cumplido su propósito de enseñar y socializar igualitariamente a todos hasta los 16, pero el segundo ciclo quedaría de esta forma en una situación más predispuesta a la instrucción. Aún podríamos prever que siendo este segundo ciclo obligatorio para los que aun no tienen 16 años (los que no han repetido y son por tanto buenos o aceptables estudiantes) podría haber en algún caso algún problemas de disciplina que imposibilitara mayor excelencia del conjunto. Pero gran parte de estas conductas son una comprensible rebeldía en relación con la obligatoriedad de la enseñanza y la uniformidad de lo enseñado. Alguna vez me he encontrado con algún alumno que había acabado la ESO sin aprobarla (y que era muy díscolo en clase, de esos que te miran como si te fuesen a comer vivo), trabajando y estudiando mecánica con su tío, o electrónica porque le gustaba mucho. Estos chavales se mostraban más reconciliados con el mundo y su actitud general era incluso muy amable. En fin, es un dato para la reflexión. Hagamos itinerarios muy diferentes. Un segundo ciclo que esté más orientado a lo profesional, por ejemplo, y otro u otros más orientados a lo teórico, digámoslo así. Y demos el mismo valor administrativo a ambos. Es decir, los chavales que aprueben (independientemente el tipo de itinerario que han realizado) son graduados en ESO y su título tiene el mismo valor académico.
No sé, creo que esto mejoraría algo la penosa situación actual.

Anónimo dijo...

Vamos, una vuelta a la FP de toda la vida.
Añadiría a tu propuesta de que repitan todo lo que sea necesario, que se dividan las clases por niveles, algo que se hace en cualquier academia de música, idiomas o lo que sea, menos en la educación general. Ahora, eso sí, que las clases de los tontos las den los que están en comisión de servicios :)

Anónimo dijo...

Vamos, una vuelta a la FP de toda la vida.
Añadiría a tu propuesta de que repitan todo lo que sea necesario, que se dividan las clases por niveles, algo que se hace en cualquier academia de música, idiomas o lo que sea, menos en la educación general. Ahora, eso sí, que las clases de los tontos las den los que están en comisión de servicios :)

Jesús Palomar dijo...

Vaya, vaya. ¿Eso es todo lo que tiene que argumentar mi amigo/a anónimo? ¿A eso se reducen sus más que probables altruistas ideas en torno a la enseñanza?¿No da más de sí su presuntamente amueblada cabeza?
¡Chavalote/a!,¡ Que debatir, exponer ideas y contrastarlas es un ejercicio muy sano! Incluso puede llegar a ser divertido.
¿Teme mi amigo/a la erística? ¿Prefiere quizá el eslogan y la consigna? ¿Quizá tiene mi amigo/a anónimo un concepto tan alto de sí mismo, de su valía, valor e inteligencia, que ni siquiera se digna a poner su nombre?
En fin, a lo mejor hasta es profesor/a y todo. ¡Así nos va!

Anónimo dijo...

Ejem...no te mosquees que se me olvido firmar
Iñaki

Anónimo dijo...

Hola a todos
Comparto las críticas a la educación actual y para no abundar en lo que es compartido por cualquiera con un poco de sentido común, voy a opinar sobre las posibles soluciones.
Quien lleve tiempo en la enseñanza, e incluso quien haya conocido como alumno el modelo anterior a la Logse, sabrá que sus males crecieron de manera importante desde que ésta entró en vigor. Por lo que una medida sencilla, barata e inmediata sería su eliminación y plantearse una nueva ley que recogiera los aciertos de la anterior adaptándose a las circunstancias actuales. Volver a la FP de siempre y al BUP de siempre no sería pues ningún disparate, porque en el modelo anterior se conseguían niveles de calidad muy superiores a los actuales.
Los cambios más importantes que introdujo la Logse fueron la obligatoriedad hasta los dieciséis años y la enseñanza comprensiva (Hay una sola talla de traje y los que lo vistan tendrán que crecer o decrecer, adelgazar o engordar). Es decir todo el mundo va a estudiar más tiempo y (aquí aparece el mayor error) va a estudiar lo mismo. Si se volviera en este aspecto a la situación de la LGE (obligatoriedad hasta los 14 y dos vías a partir de entonces, BUP y FP), una parte importante de los problemas desaparecerían.
Para muchos bajar la obligatoriedad hasta los 14, sería visto como una renuncia a derechos y a tutelas del menor por parte del estado. Creo que es un error, porque los casos de padres que renunciarían a una educación que beneficie a sus hijos, serían muy escasos y se pueden establecer normas para evitarlo. En cualquier caso se puede mantener esa obligatoriedad, pero permitiendo excepciones: el equipo docente y la inspección podrían suprimir esa obligatoriedad para aquellos alumnos que alteren gravemente el ambiente escolar. Un alumno conflictivo no aprovecha esa educación obligatoria que se le da, pero impide el derecho a la educación de todos sus compañeros.
No soy partidario de que el estado determine de manera total y absoluta como, que y hasta cuando estudiar. Creo que dejar más libertad en este aspecto supondría dar más libertad a los ciudadanos para educar a sus hijos y poder decidir (siendo los más indicados para hacerlo) lo que es mejor para ellos. Es una crueldad obligar a muchos de nuestros alumnos a cursar materias que les suponen un grado de dificultad insuperable, cuando podrían aprender otros conocimientos o habilidades (para las que si están capacitados) tan valiosos y necesarios para la sociedad como los primeros. La Logse desprende además un indudable tufo elitista, clasista, al valorar disciplinas de tipo académico (Matemáticas, Historia, Lengua, Física… que todos deben de estudiar) y considerar secundarias las que son más profesionales y relacionadas con el mundo laboral, que están fuera de lo que se considera obligatorio. Que la ley sea obra de un partido que se denomina obrero, no deja de ser llamativo.
Creo que no hay ningún problema (ni lo ha habido cuando esto era posible) en que un alumno de 14 años opte por enseñanzas profesionales (e incluso que lo haga antes), si el sistema permite elegir otros caminos posteriormente (como lo hacia la antigua LGE ). Hay muchos problemas en cambio en mantener a los alumnos estudiando a la fuerza lo que no quieren o no pueden.
Además de estas dos importantes cuestiones, habría que abordar después el deterioro general de la disciplina y autoridad del profesor (Aquí hay más responsables aparte de las autoridades educativas) y de la gran diversidad de niveles (más que antaño) que presentan los alumnos. Esto último se podría atender con alguna vía o itinerario más.
Creo por ultimo que los alumnos con discapacidad intelectual grave deberían tener unas enseñanzas adaptadas a ellos y no estar acoplados en grupos donde sentirán la discriminación que supone la comparación permanente con alumnos mas capacitados y y de donde además se les saca para los apoyos, refuerzos y demás adaptaciones, que no son sino expresiones eufemísticas para ocultar lo que es una real discriminación y segregación. Hay mucha menos discriminación cuando se comparan realidades distintas (como el BUP y la FP) que cuando se junta a los alumnos y luego se les separa en función de sus resultados, como ocurre con un grupo de la ESO y el correspondiente “diversificado” para los alumnos que no pueden seguir al grupo. Un alumno puede estudiar FP por muchas razones, pero si lo hace en un grupo de diversificación, lo está solo por una, por tener peores resultados que sus compañeros. Pero curiosamente en la neolengua progre lo de la FP era discriminar y lo de la diversificación es integrar. Y por supuesto tampoco consideran discriminación el 40% de fracaso escolar de la ESO.
Los departamentos de orientación, autentico sostén de este edificio de mentiras, ideología y oscuro lenguaje, deberían ser replanteados y disminuidos de forma drástica en sus componentes. Mejor tener más profesores dando clase (lo que permitiría bajar la ratio) y menos explicándonos como se dan las clases.
Siento haberme extendido, pero es que el tema da para mucho.
Un saludo
Javier

Anónimo dijo...

Hace tiempo que soy visitadora de este blog y un amigo me anima con frecuencia a escribir. Estoy segura de que lo que yo puedo aportar al problema actual de la enseñanza otros lo han dicho antes y lo han dicho mejor, así que intentaré, simplemente, transmitir mi experiencia en el aula y en la sala de profesores, como un testimonio más de las muchas deficiencias de este sistema educativo.
Coincido con muchos en que los dos principales problemas de la LOGSE son, por un lado, la obligatoriedad hasta los 16 años y, por otro, la escasa o nula diversificación. Con la obligatoriedad, la LOGSE ha hecho de la enseñanza secundaria (en la primaria es otro cantar) un deber, para algunos muy poco grato, y, sin embargo, pienso que la educación debe ser un derecho, un privilegio al que puedan acceder todos aquellos que así lo deseen, pero que no se imponga a nadie. Y como tal derecho, tiene que conllevar unas obligaciones, de manera que si éstas no se cumplen, uno pueda perder ese privilegio o, al menos, perder el derecho a recibir esa educación en un centro ordinario. Y a esto se une el hecho de que todos los alumnos de la ESO están obligados a cursar, con escasísimas variaciones, las mismas asignaturas, con independencia de sus capacidades o preferencias, con el agravante de que entre estas asignaturas apenas tienen cabida las enseñanzas profesionales, si exceptuamos una descafeinada Tecnología.
Tanto un error como el otro parecen tener origen en la estúpida y elitista creencia de que nuestros alumnos, para poder ser seres humanos completos, tienen que estudiar. Pero no cualquier cosa, claro, porque resulta que si no saben el símbolo del oro o en que año escribió Cervantes la segunda parte del Quijote, nunca serán personas felices y plenamente realizadas, nunca podrán disfrutar de libros maravillosos y, por supuesto, nunca desarrollarán la sensibilidad necesaria para comprender las grandes contradicciones de este mundo. Y esto es lo que se les refleja en la cara a algunos profesores cuando miran a esos pobrecillos alumnos suyos que deciden, desoyendo sus consejos, dejar el bachillerato, que no es lo suyo, para hacer un módulo de electricidad. Y esa debe de ser también la cara con la que miran al electricista que acaba de cobrarles 500 euros por ponerles un enchufe. Precisamente esta tarde le contaba yo a un compañero de esos que dicen que la LOGSE no ha funcionado porque no se la ha dotado lo suficiente (sí, aunque parezca extraño todavía quedan) una anécdota referida a un compañero mío de colegio (pre-LOGSE), absolutamente negado a cualquier cosa que tuviera que ver con el estudio. Pues bien, le contaba que este compañero es hoy un ganadero que trabaja en lo que le gusta y se gana las lentejas divinamente, que tiene una mujer y dos niños encantadores y que está la mar de feliz con su vida. Y él, mi compañero, el profesor, me miraba con media sonrisa y asentía sin convencimiento mientras pensaba, estoy segura: “Ya, ya, pero ¿tiene vida interior?”.
Dejando a un lado las bromas, este menosprecio a las enseñanzas manuales, este elitismo academicista, ha condenado a muchos de nuestros alumnos a no poder ser peluqueros, cocinero o mecánicos, porque o nunca consiguen la titulación para cursar esos estudios o, cuando la consiguen, después de años de arrastrarse de aula en aula, de suspenso en suspenso, el sistema los ha machacado tanto, les ha dicho tantas veces que no valen, que no son capaces que, al final han aprendido a asumir su propio fracaso.
Algunos habéis hecho en este blog muchas propuestas de mejora que comparto, sin embargo creo que cualquier reforma, si de verdad quiere cambiar la situación, debe pasar por la reducción o eliminación de los Departamentos de Orientación y por la reeducación de una gran parte del profesorado. Sobre los Departamentos de Orientación y su función desorientadora tanto de alumnos, como de padres y profesores, no voy a detenerme a hablar porque se haría demasiado extenso, pero sí quiero referirme a algo que últimamente me preocupa. Algunos profesores, por obligación o por devoción, han convertido sus aulas en una especie de ONGs, en unas sesiones de terapia de grupo o de catarsis colectivas donde no se explica Lengua o Matemáticas. Sus clases han llegado a ser distendidas charlas donde todos ponen en común sus experiencias, hablan de sus respectivos países de origen, de sus problemas sexuales o de lo mal que les ha sentado el botellón el fin de semana. Y el profesor los anima a participar, se interesa por sus novias y, con un poco de suerte, les advierte que el garrafón perjudica seriamente la salud. Con todo ello, estos profesores están negando a sus alumnos el derecho a aprender, a conocer los hechos más importantes de la sociedad, los logros de seres humanos anteriores a ellos, el origen del Universo… Soy profesora de Lengua y Literatura y estoy orgullosa de ello. Me niego a perder el tiempo, día tras día, hablando de los asuntos personales de los alumnos y mucho menos de los míos propios. La función de la escuela no es, no debería ser, esa. Mi obligación es hablarles de Galdós, de Quevedo o del complemento directo. Si yo no lo hago, nadie lo hará y no quiero negarles a mis alumnos la oportunidad de conocerlo. La escuela no está para mostrarles a los alumnos lo que ya saben, sino lo que desconocen, está para mostrarles otros mundos, otras opciones y otras posibilidades. Si no somos capaces de entender esto estaremos cavando nuestra propia tumba.
He de decir, para terminar, que esta misma tarde, en una sesión de evaluación, todas las esperanzas que tenía puestas en las nuevas reformas de la LOE en relación con las enseñanzas profesionales se han esfumado. Discutíamos qué alumnos irían a los nuevos itinerarios profesionales, una formación más parecida, al menos sobre el papel, a la antigua FP (aunque con un año de retraso). Algunos entendíamos que, puesto que se trata de unos cursos que conducen a la titulación, deben destinarse a aquellos alumnos que realmente demuestren interés por estudiar pero tengan más inclinación hacia disciplinas técnicas y, por el contrario, debe evitarse a aquellos cuya inclusión supondría un deterioro considerable de la calidad de la enseñanza que perjudicaría al resto de los compañeros. Sin embargo, empecé a preocuparme cuando el tutor del grupo proponía para el programa a algunos elementos subversivos que habían dado muestras constantes de indisciplina y falta de interés a lo largo de los tres o cuatro cursos que llevaban en el primer ciclo de la ESO. La gota que colmó el vaso fue la recomendación de un alumno especialmente problemático, antes llamado sinvergüenza. Cuando manifesté mi disconformidad, el tutor me contestó: “Es que me ha prometido que va a ser bueno”. Ante tal muestra de pedagogía fina, no tuve más remedio que agachar la cabeza y callarme. No era sino más de lo mismo.

Jesús Palomar dijo...

Gracias Cristina por participar. Acomodate como si fuese tu casa.

Desgraciadamente el hecho que narras me resulta demasiado familiar. Es el pan nuestro de cada día en las evaluaciones finales. Y constituye un síntoma más de la degradación general de las enseñanzas medias en España.
Muy interesante ese prejuicio elitista que Javier y tú denunciais. Tal prejuicio está presente en el llamado "intelectual crítico" tan abundante en la segunda mitad del siglo XX. El prejuicio elitista suele ir unido a una indudable buena conciencia, una prioridad de lo teórico sobre los otros saberes y la asunción de una verdad sabida que se debe imponer educativamente a las masas ignorantes (ya sabes, todos manipulados por el sistema menos los "intelectuales críticos" nuestros salvadores). Quizá este prejuicio tiene raices muy profundas: Yo creo que están ya en Platón. En este sentido hace tiempo que busco un libro muy citado y descatalogado de Raymond Aron "El opio de los intelectuales". No lo he leido pues, pero viene a decir que precisamente el opio de los intelectuales, parafeaseando el opio del pueblo marxista, es precisamente el marxismo, es decir, el platonismo elitista al que nos referimos.

Un saludo.