El artículo de Javier Ortiz se titula: PREGUNTAS Y RESPUESTAS.
Lo que está escrito en cursiva y con un tamaño diferente son mis particulares preguntas y respuestas. Un saludo a todos.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
Pregunta.– La medida adoptada ayer por el Gobierno con respecto a la situación penitenciara de De Juana, ¿es la cesión a un chantaje de ETA?
Respuesta.– No «de ETA», para empezar. De Juana inició su huelga de hambre por iniciativa propia, sin pedir opinión a la dirección de ETA, que probablemente le habría desaconsejado hacerla. La organización terrorista no tenía ningún motivo para dar tanto protagonismo a De Juana. Tampoco veía que se tratara de plantear en esos términos la acción reivindicativa de los presos.
Con su decisión de ponerse en huelga de hambre, De Juana situó a ambas partes –al Gobierno y a ETA– ante una situación muy difícil de gestionar. Otra cosa es que, tal como han evolucionado los acontecimientos, ETA haya acabado sacando partido propagandístico de ellos, lo que parece indudable.
¿No de ETA? ¿Quién es ETA? ¿Una abstracción? De Juana es uno de los dirigentes históricos de ETA. De Juana es ETA. No es un mero militante, no es un mero simpatizante. La huelga de hambre de De Juana es, además, en beneficio de ETA. Si se muere, hacen de él un mártir, si se sale con la suya, hacen de él un héroe. Si un dirigente de ETA toma una decisión que más allá de beneficiarle (si se muere, no le beneficia), beneficia o muy previsiblemente va a dar beneficios a ETA, la huelga de hambre es una decisión de ETA y busca beneficios políticos. En cualquier caso, pecata minuta. ¿Y qué si no es de ETA? ¿Y qué si es ”sólo” de un representativo dirigente histórico de ETA que además es uno de los mayores asesinos terroristas? ¿Varía esto mucho la cuestión?
Respuesta.– No «de ETA», para empezar. De Juana inició su huelga de hambre por iniciativa propia, sin pedir opinión a la dirección de ETA, que probablemente le habría desaconsejado hacerla. La organización terrorista no tenía ningún motivo para dar tanto protagonismo a De Juana. Tampoco veía que se tratara de plantear en esos términos la acción reivindicativa de los presos.
Con su decisión de ponerse en huelga de hambre, De Juana situó a ambas partes –al Gobierno y a ETA– ante una situación muy difícil de gestionar. Otra cosa es que, tal como han evolucionado los acontecimientos, ETA haya acabado sacando partido propagandístico de ellos, lo que parece indudable.
¿No de ETA? ¿Quién es ETA? ¿Una abstracción? De Juana es uno de los dirigentes históricos de ETA. De Juana es ETA. No es un mero militante, no es un mero simpatizante. La huelga de hambre de De Juana es, además, en beneficio de ETA. Si se muere, hacen de él un mártir, si se sale con la suya, hacen de él un héroe. Si un dirigente de ETA toma una decisión que más allá de beneficiarle (si se muere, no le beneficia), beneficia o muy previsiblemente va a dar beneficios a ETA, la huelga de hambre es una decisión de ETA y busca beneficios políticos. En cualquier caso, pecata minuta. ¿Y qué si no es de ETA? ¿Y qué si es ”sólo” de un representativo dirigente histórico de ETA que además es uno de los mayores asesinos terroristas? ¿Varía esto mucho la cuestión?
Pregunta.– ¿Pero el Gobierno ha cedido o no ha cedido a un chantaje?
Respuesta.– Cuando se habla de chantaje, se da por supuesto que al chantajeado se le está planteando que, si quiere evitar el mal con el que se le amenaza, ha de hacer algo impropio, si es que no ilegal. No es el caso. El Gobierno de Zapatero ha actuado en este caso de modo perfectamente legal, puesto que la solución que ha elegido entraba dentro de sus atribuciones y ha contado con el aval del juez encargado del caso.
Aquí tiene usted un lapsus interesante. El que somete a chantaje a alguien le exige a éste que haga “algo impropio, si es que no ilegal”. Luego, se olvida usted de lo impropio y se queda sólo con lo ilegal. Tras esta argucia, construye su argumento.
Pues bien, es impropio dar beneficios penitenciarios a un preso que no se ha arrepentido de asesinar a decenas de personas, que brinda por los crímenes de sus correligionarios y que desafía al Gobierno. Con la ley en la mano, también se podría haber decidido lo contrario: no darle ningún beneficio penitenciario. A muchos nos parece que esta decisión hubiese sido más propia. Y seguiría siendo legal. Desde luego, es legal dar beneficios penitenciarios, pero es impropio darlos a quien no se lo merece en absoluto. Como así ha sido; indudablemente se ha cedido a un chantaje.
Si los beneficios se los han dado a De Juana, deberían dárselos a todos: a violadores múltiples no arrepentidos y a asesinos de ancianas que no renuncian a asesinar ni piden perdón a sus victimas. Por otro lado, a veces los beneficios se obtienen por buen comportamiento carcelario. En fin, ponerse en huelga de hambre, además de otras chulerías que hemos ido conociendo día a día de su estancia en el hospital, no es un comportamiento ejemplar. De modo que a todos los presos que mantienen una huelga de hambre se les debería dar desde ahora beneficios penitenciarios, pues la huelga de hambre pasa a ser un buen comportamiento merecedor de premio.
Se trata, pues, de una decisión conforme a Derecho. Otra cosa es que pueda considerarse políticamente incorrecta, e incluso incorrectísima. Eso ya depende de los planteamientos y los deseos del que opina.
El gobierno justifica su legal decisión por causas humanitarias. Escandalosa justificación, tanto más cuando Zapatero propuso un pacto con el PP donde se dictaba que a un preso por terrorismo se le aplicará la ley en el sentido menos benevolente.
Si convenimos en que es una decisión legal, pero impropia; entonces es una decisión fundamentalmente política. Una voluntad política la ha posibilitado. El juez la toma a instancias del ministro del interior, y éste, explícitamente, asume la responsabilidad política.
Me sorprende usted, señor Ortiz. Tan frío y tan analítico en este escrito. Con la guerra de Irak creo que se subía por las paredes y, desde luego, no obviaba el juicio moral de tal decisión.
Se nos ha vuelto muy aséptico. El moralista señor Ortiz se nos vuelve amoral y maquiavélico. De modo que es una decisión política y, como es legal, pues nada que decir. En política el fin justifica las medios. Ya veremos si tiene buenos resultados en el futuro. ¿No? La guerra de Irak también era una decisión política que además era conforme a derecho, pero a usted le parecía impropia. Y por eso la criticaba. En fin, no recuerdo ningún artículo suyo sobre aquella guerra que tuviese un talante tan distante y frío como el presente. En sus comentarios políticos suelen aflorar apreciaciones de carácter ético, y eso le honra (puedo equivocarme, no leo todos sus artículos). ¿Por qué en éste no? Perdóneme el atrevimiento, pero ¿tendría la deferencia de contestar a estas preguntas?:
Primera cuestión moral: ¿le parece la decisión digna, honrosa, buena, correcta? En cualquier caso, ¿podría razonar por qué?
Primera cuestión política: ¿le parece la decisión oportuna, cree sinceramente que el hecho a corto, medio o largo plazo será beneficiosa para la sociedad? Y, en cualquier caso, ¿en qué se basa? Ya sé que no lo sabe. Nadie adivina el futuro, pero le pregunto por su opinión. Por doxa y no por episteme, seguro que una persona tan culta como usted no desconoce esta distinción tan platónica y clarificadora. La doxa no tiene la necesidad de ser verdadera. No tenga pues miedo a equivocarse. Opinar es un derecho ciudadano. Y en un comentarista político, casi un deber. Y la opinión de un señor tan inteligente como usted, basada en razonamientos y datos, nos interesa sobremanera a todos los ciudadanos que también tenemos opinión, y que es susceptible de modificarse tras escuchar o leer las opiniones de otros ciudadanos. Eso es la democracia. La conversación pública en el ágora. ¿Renuncia usted a su condición de ciudadano?
Segunda cuestión moral: puesto que parece tener claro que la decisión es política (si usted cree que la decisión del gobierno es realmente por motivos humanitarios y/o que De Juana se merecía los beneficios penitenciarios que le han sido concedidos, no tiene que responder a esta pregunta, claro), ¿le parece admisible que se justifique con argumentos morales, apelando a cuestiones humanitarias? ¿No se llama a esto mentira?, ¿no se llama a esta mentira hipocresía?, ¿y dado que es tan evidente la mentira, no es más bien cinismo? Creo recordar, rectifíqueme si me equivoco, que esto mismo en Bush o en Aznar le parecía a usted intolerable. Nada hay más odioso para un jacobino que la hipocresía. Robespierre cortó muchas cabezas en nombre de la virtud. ¿Ha desertado usted de su talante jacobino? En fin, ya sé que no cortaría usted ninguna cabeza. Pero le supongo con cierto apego a la virtud ciudadana, y virtud es un término moral.
Perdone usted el tono colegial con el que le planteo las cuestiones. Es deformación profesional. Pero estoy seguro que sus numerosos lectores están ávidos de que su pluma destile las respuestas planteadas. Hágalo, se lo agradeceremos. Si deja el examen en blanco nos disgustaremos muchísimo, pero no se preocupe, no le castigaré con copiar trescientas veces la frase pertinente.
Zapatero se encontraba en una situación pésima, obligado a elegir entre dos males. Podía optar por dejarlo todo tal cual, resignándose a la posibilidad de que De Juana muriera, tal como hicieron en su día Felipe González y Margaret Thatcher. (Por cierto: algunos deberían recordar lo que dijeron de Felipe González en 1990, cuando no impidió que el preso de los GRAPO José Manuel Sevillano muriera tras una muy prolongada huelga de hambre.)
La otra posibilidad que tenía Zapatero, que es por la que finalmente se ha inclinado, comportaba también notables inconvenientes. Él ha considerado que menores.
Ningún Estado de derecho ha cedido con una conducta tan manifiestamente “impropia” ante la huelga de hambre de un asesino sin arrepentir. Ninguno, que yo sepa. En cuanto a las críticas que tuvo González. En fin, siempre hay y habrá alguien que critique una decisión política. Y qué. Este hecho no aporta nada. Humo. Mero ruido que envuelve su comedido artículo.
Pregunta.– ¿Hubiera podido el presidente del Gobierno escapar de este avispero?
Respuesta.– Sí, aunque sólo en parte. Recordemos que todo este penoso episodio se inició cuando se supo que De Juana, en aplicación del Código Penal anterior, había cumplido ya su condena por 25 asesinatos e iba a quedar en libertad. El entonces ministro de Justicia, López Aguilar, aseguró que había que evitar como fuera que eso sucediera, para lo cual estaba dispuesto –dijo– a «construir nuevas imputaciones» ad hoc. Es lo que se hizo, forzando el procesamiento de De Juana por dos artículos publicados en Gara.
O sea: para evitar una reacción adversa del PP y de determinados sectores de la opinión pública hostiles por principio a la excarcelación de De Juana, se realizara por las razones y en las condiciones que fuera, el Gobierno inició un camino de irregularidades jurídicas que lo único que ha hecho es devolverle al punto de partida, sólo que un año después y en peores condiciones.
Es una piedra en la que este Gobierno no para de tropezar desde 2004: una y otra vez, evita tomar determinadas decisiones por miedo a la reacción airada de la derecha, sin asimilar que la derecha le va a poner el grito en el cielo en todo caso, haga lo que haga, tome esas decisiones, otras o ninguna.
Vaya por Dios. No se pone el acento en la incompetencia del gobierno sino en las reacciones del PP. Casi, casi, se justifica el presunto miedo del gobierno (pobrecito gobierno), por la terrible respuesta de la derecha. La derecha es responsable de sus incorrectas acciones políticas cuando gobierna, y la derecha es también responsable de los errores del gobierno cuando está en la oposición. Ya sé. Usted no dice eso explícitamente. Tanto peor, lo sugiere. El análisis se torna aquí demasiado falto de rigor. Un medido falto de rigor. Un juicio de intenciones “impropio” del presunto carácter analítico del artículo que nos regala, señor Ortiz. Me recuerda al discurso que Shakespeare pone en boca de Marco Antonio ante el pueblo de Roma, tras el asesinato de Cesar: Cesar esto y lo otro, sin embargo Bruto dice que Cesar era un tirano peligroso, y Bruto es, sin duda, un hombre honrado. El discurso de Marco Antonio es el paradigma del discurso político manipulador y demagógico. Por cierto, tras el discurso, comenzó la guerra.
Los artículos de De Juana, nada de nada. Simples amenazas. Un terrorista confeso y no arrepentido que tiene en su haber más de veinte asesinatos y que es un dirigente de una banda mafiosa, cuando hace una amenaza grave, ¿no es una amenaza terrorista? La amenaza terrorista es un delito mayor. Si eso no es una amenaza terrorista, ¿qué lo es? Un alumno llama al instituto diciendo que hay una bomba. Descubierto, declara que lo hizo porque no quería hacer el examen de matemáticas. ¿Hizo una amenaza terrorista? ¿Cabe juzgarle por amenaza terrorista? En fin, cariñosamente, le mando deberes: defíname qué es una amenaza terrorista.
Pregunta.– ¿Es ésta, como se está diciendo, la primera vez que un Gobierno democrático se inclina ante el chantaje de ETA?
Respuesta.– Ya he dicho antes que no creo que pueda hablarse en este caso de rendición ante un chantaje. Pero, aunque cupiera calificarlo así, no sería tampoco la primera vez que sucede. ¿Es que aquí ya nadie recuerda que el Gobierno de Adolfo Suárez pagó en 1979 el rescate de 200 millones de pesetas que ETA exigía para poner en libertad al secuestrado Javier Rupérez? Según se filtró después, el pago se hizo con cargo a los presupuestos de RTVE. Es decir, que el Gobierno de España entregó a ETA dinero público. ¡Eso sí que fue ceder a una extorsión, en el sentido más literal del término!
Es la primera vez que un gobierno democrático cede ante un chantaje de un terrorista encerrado en prisión que se somete a una huelga de hambre. Y que con su conducta está esperando, no dinero, sino beneficios políticos para la causa que defiende.
Pero no pidamos ni rigor intelectual ni respeto por los hechos a quienes ya han demostrado su irrefrenable tendencia a «construir imputaciones». También contra Zapatero. Digo mal: sobre todo contra Zapatero.
A Zapatero le tratan muy mal, claro. Pero a usted no le dolían prendas a la hora de juzgar moralmente a Aznar. En fin, creo que se le ve el plumerillo, señor Ortiz.