sábado, noviembre 28, 2015

SISTEMA ELECTORAL: ¿PROPORCIONAL O MAYORITARIO?

Reino Unido tiene un sistema electoral de mayorías y España tiene uno proporcional. ¿Qué sistema es más eficaz para evitar o disminuir el número de representantes políticos incapaces, insolventes o simplemente estúpidos? ¿Cuántos electores de Podemos habrían votado a esta señora si la hubieran conocido y no solo hubiese sido un nombre dentro de una lista con una firma ideológica? 


A menudo pensamos que el sistema electoral es baladí, que lo importante es designar a los diputados por medio de un voto y lo de menos es el modo. ¿Es cierto? Me he molestado en recopilar información del modelo Británico.  Y éste es el resultado. Juzguen ustedes mismos.

En Reino Unido cada candidato debe presentar su formulario de nominación firmado por diez votantes registrados de su distrito electoral, y debe pagar un depósito de £500, monto que le es reintegrado en caso de que el candidato obtenga por lo menos el 5% de los votos emitidos. El propósito del depósito es desalentar a candidatos frívolos.


      Cada distrito electoral elige a un miembro usando el sistema electoral de escrutinio uninominal mayoritario, bajo el cual el candidato con más votos gana (en Reino Unido es a una vuelta, pero en Francia es a dos vueltas)


     Cada circunscripción tiene entre 60.000 y 90.000 electores. Durante la campaña los candidatos visitan a sus electores, a menudo puerta a puerta para contarles su programa. No pueden presentar su candidatura los menores de edad, los lores, los presos, ni los discapacitados psíquicos.

    El candidato puede pertenecer a un partido político grande, pequeño o ser independiente. Si pertenece a un partido, son las bases (la militancia del partido) de ese distrito electoral la que elige al candidato. La dirección nacional debe aprobar esta elección. Ojo, debe aprobar o no. Suele aprobarlo, pues si no lo hiciese debería ser por una causa muy justificada. Cierto que el partido puede proponer un candidato, pero en cualquier caso debe ser admitido por las bases.

       Los grandes partidos políticos británicos, aunque con ciertas diferencias, cuentan con una estructura orgánica similar. Conservadores, laboristas y liberales concentran en una dirección nacional las decisiones políticas fundamentales, lo que da entidad política al partido: sus propuestas de política exterior o cuestiones importantes de política interior, es decir, las grandes líneas ideológicas y las propuestas concretas para la nación (algunas de estas cuestiones se traducirán en legislación o en acción ejecutiva del futuro gobierno) 

     Los partidos políticos carecen de un ordenamiento específico que regule sus actividades. La legislación electoral en el Reino Unido se refiere a los candidatos y electores, pero no a los partidos. Esta falta de reglamentación se ilustra con el hecho de que no fue sino hasta 1969 que se incluyó la filiación partidista de los candidatos en las boletas electorales.
 
     Salvo una pequeña compensación para las actividades parlamentarias, la financiación de los partidos es fundamentalmente privada. Las aportaciones sustantivas son producto de cuotas o donaciones de sus militantes, tanto individuales como corporativas a través de sus organizaciones afines. Por eso, en puridad, los partidos son asociaciones civiles, mientras que los partidos políticos españoles son asociaciones estatales (una vez que adquieren algo de poder, son subvencionados por el estado)

     El día de las elecciones el candidato que tiene más votos se convierte en Miembro del Parlamento, o “Member of Parlament” (MP). La tradición es que la Reina hable con los principales MPs y le encargue al que tiene un mayor respaldo (normalmente el líder del partido más votado) que forme gobierno. Él será el Primer Ministro. Éste no es el cabeza de lista (no hay listas), sino un MP que ha tenido que ganar en su circunscripción.


     Se podrá decir que de hecho los electores no votan a su MP, sino que votan al partido que quieren que gane. Quizás es cierto, pero cada MP tiene una oficina en su circunscripción, y parte de su trabajo, por el que cobra su sueldo, es estar en su oficina en la que todos sus electores tienen derecho a visitarle y pedirle cuentas. Los votantes votarán por intereses nacionales o por cuestiones de su distrito. Y, en algunos casos, por ambas cosas. A saber. Pero en cualquier caso votan a una persona (incluso cuando su motivo sea puramente ideológico o partidista).Y esta persona, no el partido, será la responsable de sus decisiones políticas.

     En el Parlamento los miembros del gobierno se sientan en el primer banco. Tras ellos se sientan los MPs más afines: los que forman parte de la estructura del partido. A los MPs que están menos ligados a la disciplina del partido se les llama “backbenchers”, porque se sientan en el “back bench”, o banco de detrás.

     Los backbenchers no desempeñan ningún cargo en el Gobierno (si son del partido gobernante;) o en el "gobierno en la sombra" (si son del partido en la oposición). Por ello no son tan dependientes de las consignas del partido como los frontbenchers. Los backbenchers rinden cuentas a su circunscripción electoral y a sus convicciones, y no tanto a los dirigentes de su partido. Los backbenchers pueden rebelarse contra su propia formación, como ocurrió con los laboristas en las votaciones sobre Irak, sobre la subida de tasas universitarias y sobre la insitución de hospitales-fundación. Es lo que le pasó a Margaret Thatcher cuando los “backbenchers” conservadores empezaron a sentir que el apoyo en su circunscripción desaparecía. A la dama de hierro no la derrotaron las elecciones, sino sus propios “backbenchers”. A Tony Blair le ocurrió algo parecido.

sábado, noviembre 21, 2015

ISLAMISMO, DESIGUALDAD E IDENTIDAD


No soy optimista en relación con el futuro del mundo. Tanto para los pobres sin esperanza como para los enfermos de identidad, Occidente es el enemigo a batir. Pero, ¿dónde ponemos la lupa del pesismismo y dónde colocamos la siempre perversa semilla de la esperanza? En fin, el riesgo de la desigualdad económica no es desprecieble, pero se paliaría con algo de justicia. Aquí nos movemos en parámetros racionales. Lo que se puede entender a veces se puede modificar. Sin pobreza y miseria el riego señalado desaparecería. Es improbable, pero posible. Ahí sitúo yo la esperanza. Me agarro a los datos sobre la pobreza del mundo. Hoy hay menos pobres en términos absolutos y relativos que hace 30 años. Pero asumiendo las contradicciones y los riesgos del liberalismo y la necesidad de afrontarlos, mis temores no son estos sino los que se oponen a él: fundamentalismos religiosos, nacionalismos, neomarxistas, neoecologistas, etc. Creo que en el fondo de todo ello está el sentido de pertenencia: la tribu, la necesidad de identidad. En definitiva, el complicado mundo emocional del homo sapiens.

De modo que el gran mal no es la diferencia, sino el puñetero sistema límbico y las emociones que suele generar: envidia, resentimiento, delirio persecutorio. Todo ello aderezado con astutos mecanismos de racionalización. Es decir, el hombre y su imperfecto mundo emocional. Para generar todas esas emociones basta una mínima diferencia. Lo que provoca la cascada de emociones negativas no es la gran diferencia, ni mucho menos la desigualdad económica, sino la diferencia sin más. El hombre es un ser deseante. Y el deseo es estructuralmente cosa de tres: dos sujetos y un objeto. Como decía Lacan, mi deseo es siempre el deseo del otro. Es decir, deseamos algo no porque haya objetos en sí mismo deseables. Sino porque hay objetos deseados real o imaginadamente por otros. Actos seguido la óptica emocional agranda la diferencia del objeto, o incluso la inventa. Así, copiando deseos e imitando, admirando y odiando a los que lo desean (de la admiración al odio hay tan solo un paso), fraguamos nuestra identidad. Si queremos contemplar la tragedia del mundo emocional del ser humano solo tenemos que contemplar la riña fraterna de dos gemelos por los juguetes regalados por papá. Papá tuvo especial cuidado en que los juguetes fuesen idénticos. Pero Pepito prefiere el de Juanito porque el de su hermano tiene una manchita que le hace diferente, es decir, mejor. A partir de aquí, la tormenta está servida. En un mundo próspero donde hubiésemos acabado con la miseria seguiría habiendo pepitos agraviados que odiarían a los juanitos.

No subestimemos el sistema límbico. Quienes se rebelarán contra Occidente no serán los pobres de la tierra, sino los que se sienten menospreciados y humillados paranoicamente en su sobrevalorada identidad.

La amenaza islamista, la nacionalista y otras similares no se producen por un déficit de justicia (problema difícil, pero atajable) sino por una herida narcisista en lo más oscuro y hondo del ser humano. El asunto es psicológico y no económico. Mi desesperanza deriva de que la psique humana es más compleja que la economía, y los psicólogos y psiquiatras me parecen unos pobres fracasados (apenas pseudocuras y enfermeros del alma), si los comparo con los gurús de la economía: ciencia difusa, pero ciencia al fin ¿Qué mueve el mundo, la economía o el espíritu? ¿Quién interpreta más correctamente la historia Marx, o quizá Hegel o Weber? Creo que Marx está considerado en exceso. No menospreciemos a los otros dos hermeneutas.

Finalizo esta reflexión con una cita de “El perdedor radical”, librito de Hans Magnus Eszensberger, autor preocupado por las injusticias sociales en muchos de sus escritos. Y sin embargo profundamente preocupado por otras cuestiones:


“Todas las explicaciones que incidan primeramente en la situación social de los actores criminales se quedan cortas. No sólo los jefes e ideólogos del terror provienen en su mayoría de familias influyentes y acomodadas, sino que incluso entre los ejecutores de los atentados los pobres están infrarepresentados. El Foreigh Policy Research Institute norteamericano ha publicado uno de los escasos análisis de clase sobre la cuestión... de los cuatrocientos militantes de Al Qaeda un 63% ha cursado el bachillerato y el 75% proviene del entorno de las clases media o alta; asimismo, hay entre ellos numerosas personas con estudios universitarios, como profesores, ingenieros, arquitectos y otros especialistas. De ningún modo se trata de los desheredados de la tierra”