Mi amigo y colega Ángel LuisAlfaro me pasó hace unos días un desahogo de final de curso con el que no podía
estar en desacuerdo. Me atreví a sugerirle algunos cambios formales y a incluir
alguna glosa que fue aceptada muy generosamente por su parte. Finalmente, mi
estimado colega se animó a dar otro repaso formal al texto mejorándolo
sustancialmente. Con su permiso, lo publico en este blog.
El juez miró a los niños acusados de haber cumplido
o estar en condiciones de cumplir seis años de vida en el año en curso, y tras
verificar las pruebas documentales que demostraban tal hecho, emitió sentencia:
Imponemos a todos, en el periodo decisivo de su
desarrollo personal, una condena mínima de diez años en instituciones cerradas
donde permanecerán de ocho a dos, de lunes a viernes y de septiembre a junio.
Durante ese tiempo se les obligará a transitar un único camino y a compartir su
vida en espacios más o menos reducidos con un grupo de congéneres seleccionado
con criterios ajenos a su voluntad, entre los que destaca la edad cronológica.
En esas condiciones han de recibir la información y el ejemplo formal que, en
el mejor de los casos, sean capaces de ofrecerles maestros y profesores; al
tiempo que recibirán la información y el ejemplo que les transmitirán, de forma
mucho más eficaz, sus compañeros y la propia institución de manera informal (lo
que se denomina en la jerga pedagógica “currículum oculto” –obsérvese
la cortesía implícita en la aclaración, licencia que se permite el docto magistrado-).
El alumno no podrá elegir los medios del
cumplimiento de su condena, ni podrá optar entre diferentes caminos para su
educación obligatoria. Si el alumno expresa con su actitud que el camino, el
único camino, es manifiestamente
inadecuado para él, o que en su voluntad alberga el deseo abandonar el
camino en algún momento del recorrido para todos fijado, haciéndose objetor
escolar (con comportamientos tales como utilizar indebidamente el material,
incluso romper puertas o ventanas del Centro, insultar y agredir a sus
compañeros y profesores –agradezcamos de nuevo la cortesía-), la condena
aumentará en uno o dos años, según la persistencia de tales comportamientos y
actitudes.
Asimismo se condena a todos a la mentira
sistemática, pues no debemos olvidar que la hipocresía y el cinismo son los
valores que definen nuestra civilización: