Es cierto que lo que está ocurriendo en la Enseñanza Pública es la gota que colma el vaso de la paciencia de muchos profesores.
¿Cuál es el vaso? El deterioro progresivo que desde hace más de veinte años padece la Enseñanza en virtud de una ley nociva y un ejercito de pedagogos y demás logsianos empeñados en hacer de los institutos Centros de asistencia social. A estas alturas ya no hay Enseñanza pública. Y los profesores hace tiempo que somos de hecho cuidadores en una inmensa guardería de adolescentes. La Enseñanza no está enferma. Está muerta.
¿Cuál es la gota? Los llamados recortes que influyen fundamentalmente en dos aspectos. En nuestras condiciones laborales como profesores y en las actividades que se vienen desarrollando en los Centros.
En relación con nuestras condiciones laborales, trabajamos más horas y cobramos menos. En relación con las actividades, hay menos profesores para clases de compensatoria, aulas de enlace y diversificación. Y por consiguiente, menos alumnos que recibirán estos servicios. Asimismo, habrá una menor atención a las guardias y menos asistencia individualizada para los alumnos, de modo que los tutores serán a la fuerza menos tutores que antes.