Zenón quiere demostrar que el movimiento y el cambio son un absurdo desde el punto de vista de la
razón lógica. Lo que es un absurdo no se puede entender ni pensar sin
contradicción y lo que no se puede pensar sin contradicción no existe. Nadie
afirmaría que existe un circulo cuadrado. No existe un circulo cuadrado porque
es un absurdo impensable. Cuando decimos circulo cuadrado sólo emitimos un
sonido sin referente ni significado. Igualmente cuando decimos movimiento o
cambio. Que yo vea que Aquiles gana la carrera no es una refutación del los
argumento de Zenón. Los sentidos nos muestran que se da cambio y movimiento,
pero esto constituye una mostración sensitiva y no una demostración lógica.
Diógenes, atento oyente del argumento de Zenón, se levantó y se echó a andar.
El movimiento se demuestra andando, dijo. Aquel avispado griego mostró a los ojos de los demás algo a lo que hemos
dado en denominar movimiento, pero no demostró argumentativamernte, utilizando
un razonamiento lógico, que el movimiento fuese algo real. A veces las
mostraciones sensitivas nos engañan, nos llevan a afirmar cosas erróneas, y
tenemos que echar mano a una cierta demostración racional. Al meter un palo en
el agua, por ejemplo, parece que se tuerce y no es así. Los sentidos muy bien
podrían también engañarnos en el
movimiento y el cambio. El movimiento y el cambio podrían muy bien ser una
ilusión sensitiva similar al cine, por ejemplo. Los personajes de las películas
parecen moverse y cambiar, pero en el fondo el cine es una pura ilusión. Los
personajes de la película están sucesivamente inmóviles e inmutables en cada
uno de los fotogramas. ¿No podría ser la vida misma una macro película
elaborada por una especie de dios ilusionista?
Tal vez a estas alturas pudiéramos pensar que Zenón es el prototipo de filósofo que parece divertirse en jugar con el lenguaje, en inventarse problemas y en hacernos dudar burlonamente de lo evidente. Tal vez pudiéramos tener la tentación de razonar de la siguiente forma: “La aporía de Zenón es curiosa y divertida, pero nada más. La ciencia, que es el discurso con más garantías de verdad, afirma una y otra vez la verdad del movimiento. El propio Newton nos habla de conceptos como velocidad y aceleración que se refieren al movimiento mismo. Y podemos deducir, gracias a sus geniales fórmulas, la posición y velocidad que un proyectil tendrá al cabo de un tiempo sabiendo su velocidad inicial y su aceleración. Si afirmo que un proyectil tiene en le Km 5 una velocidad de 30Km/h, implícitamente demuestro que el proyectil se mueve.”
Tal vez a estas alturas pudiéramos pensar que Zenón es el prototipo de filósofo que parece divertirse en jugar con el lenguaje, en inventarse problemas y en hacernos dudar burlonamente de lo evidente. Tal vez pudiéramos tener la tentación de razonar de la siguiente forma: “La aporía de Zenón es curiosa y divertida, pero nada más. La ciencia, que es el discurso con más garantías de verdad, afirma una y otra vez la verdad del movimiento. El propio Newton nos habla de conceptos como velocidad y aceleración que se refieren al movimiento mismo. Y podemos deducir, gracias a sus geniales fórmulas, la posición y velocidad que un proyectil tendrá al cabo de un tiempo sabiendo su velocidad inicial y su aceleración. Si afirmo que un proyectil tiene en le Km 5 una velocidad de 30Km/h, implícitamente demuestro que el proyectil se mueve.”
Intentemos cuestionar este razonamiento desde la propia
ciencia. En el siglo XX se ha admitido que la física de Newton no es del todo
cierta o no dice toda la verdad. Es cierto que la seguimos utilizando
diariamente para deducir posiciones y velocidades de proyectiles y se revela
como bastante útil; pero su utilidad relativa no es una garantía de su presunta
verdad. También eran útiles los mapas celestes anteriores a Copérnico y el
heliocentrismo para muchos navegantes renacentistas y esto no demostraba que la
Tierra fuese el centro del universo. La física de Newton se asume hoy día como
un caso particular de una nueva teoría física que parece más útil y explicativa
que la de Newton: la física cuántica. Existe un principio físico en esta teoría
(el principio de indeterminación descubierto por W.Heisemberg) que viene a
decir lo siguiente: Si pretendemos deducir la posición de una partícula
subatómica presuntamente en movimiento
tenemos que concluir que no tiene en el fondo velocidad. Es decir, que la
partícula en presunto movimiento está en realidad parada. Pero si intentamos
deducir su velocidad tenemos que concluir que no tiene posición. Esto es, que
en algún sentido no es una partícula que ocupe un lugar concreto sino una
especie de vibración, onda o entelequia de difícil concreción. El problema
lleva a la física cuántica a una contradicción lógica: un electrón, por
ejemplo, es una partícula y no es una partícula. Es presumible que W.Heisemberg
no despreciaría en absoluto las especulaciones de Zenón.
La
aporía de Zenón nos obligan pues a tomar un partido epistemológico. O apostamos
por los sentidos y afirmamos el movimiento y el cambio; o apostamos por la
razón lógica y lo negamos.
El problema que plantean Zenón continúa con Heráclito