Si no has has visto la Primera parte de La Alegoría de la Caverna, te recomiendo pinchar en el enlace.
SIMBOLISMO ONTOLÓGICO Y
EPISTEMOLÓGICO
La caverna subterránea simboliza el mundo sensible tanto
en el ámbito natural como en el social: la sociedad humana ignorante de todo
conocimiento. Es por ello el estado de conocimiento que Platón denomina doxa u opinión, donde predomina la apariencia
de lo perecedero.
Los encadenados que confunden la realidad con las sombras
de objetos falsos simbolizan a los hombres más errados. Muy probablemente se
refiere Platón a los artistas naturalistas que copian los seres sensibles. Las
sombras en la pared de la caverna simbolizan las sombras terrestres, reflejos
en lagos o ríos y copias artísticas de las cosas naturales. La situación de los
encadenados se refiere al grado ínfimo de conocimiento que Platón denomina eikasia o imaginación.
El encadenado liberado que confunde los objetos falsos y
el fuego con la realidad y que no ha salido aún de la caverna, simboliza al
hombre común no iniciado en el conocimiento. Los objetos falsos simbolizan las
cosas naturales y el fuego de la cueva al Sol. Efectivamente, gracias al fuego
ve el cautivo los objetos de la caverna y gracias al Sol vemos nosotros las cosas
sensibles. La situación de tales hombres simboliza el estado de conocimiento de
pistis o creencia. Evidentemente
seguimos estando errados, pero el error de pistis es, por decirlo de algún
modo, menos disparatado que el anterior.
Cuando el liberado sale de la caverna tiende a volver
porque el dolor que le provoca la luz potente del exterior es insoportable y
cegador. Quiere decir Platón que el hombre acostumbrado al error no reconoce la
verdad aunque la tenga delante y tiene miedo de abandonar sus opiniones
pasadas. El hombre liberado necesita ir poco a poco acostumbrando su vista a la
luz. Esto es, el hombre que anhele conocimiento necesita un método adecuado de
educación que le permita asimilar poco a poco la verdad.
El mundo exterior a la caverna simboliza el mundo
inteligible de la Ideas. El estado de conocimiento correspondiente es episteme, el ámbito de la verdadera
realidad eterna y estática de las Ideas. La visión simboliza el entendimiento y la luz del Sol que
hace posible la visión, la capacidad de activar nuestro entendimiento que tiene
la idea de Bien.
Cuando el hombre liberado sale de la caverna ve primero
las sombras terrestres y los reflejos en ríos y lagos de las cosas naturales y
considera que esto es lo real. Tal individuo simboliza al matemático y las
sombras y reflejos, a los números y figuras geométricas afines a su disciplina.
El acostumbramiento visual a la luz con los ojos entornados y la habituación a
estos nuevos objetos son una preparación necesaria a la siguiente etapa.
Simboliza esto que la familiarización de la inteligencia con las disciplinas
matemáticas es necesaria para pasar al nivel de conocimiento siguiente. Se
refiere por tanto Platón a la propedéutica.
La situación de este hombre simboliza el grado de conocimiento de dianoia.
Una vez que el hombre liberado acostumbró su vista a la
luz podrá alzar la mirada y ver las cosas naturales mismas: rocas, plantas y
animales terrestres; pero no podrá mirar al cielo porque le dañaría la vista el
Sol. Luego podrá mirar al cielo, pero por la noche, viendo las estrellas y la
Luna, y por último estará en disposición de ver el Sol. Deducirá entonces que
gracias al Sol ve las demás cosas. Simboliza todo ello que el matemático está
en disposición de pasar al siguiente grado de conocimiento. Las cosas sensibles
simbolizan las Ideas mismas. Los distintos niveles de cosas naturales que ve
progresivamente se refieren al proceso dialéctico del conocimiento que asciende
de unas Ideas inferiores (Ideas de cosas naturales), hasta las Ideas superiores
(estéticas y éticas), llegando finalmente a la Idea reina o Idea de Bien,
simbolizada por el Sol. La jerarquía de las cosas sensibles fuera de
la caverna se refiere a la jerarquía de las propias Ideas. El hombre liberado
que ve las cosas sensibles simboliza al filósofo. La luz del Sol hace posible
la visión de las cosas alojándose en ellas. Simboliza esto que la Idea de Bien
hace posible que entendamos la realidad que son las demás Ideas en virtud de
cierta característica activadora y estimulante para la inteligencia que tiene
dicha Idea. Tal vez se refiere aquí Platón a la atracción erótica o amorosa que
despierta el Bien, en su forma de Idea de Belleza, y que es el origen de la
inclinación de los hombres al conocimiento. El Bien participa, está alojado y
presente en todas las demás Ideas. La situación del hombre que ve las cosas
sensibles fuera de la caverna simboliza el último grado de conocimiento llamado
noesis.
SIMBOLISMO ÉTICO Y POLÍTICO.
Además de la lectura epistemológica y ontológica el mito
platónico tiene ciertos mensajes éticos y políticos, así como al menos una
alusión clara a Sócrates.
Cuando el hombre liberado descubre el mundo natural no
tiene ningún interés en volver a la caverna. La visión del paisaje es en sí
mismo bastante gratificante y placentero. Lo que Platón quiere decirnos es que
el filósofo ha alcanzado la virtud que consiste en el conocimiento pleno de la
realidad. La contemplación teórica de las Ideas es la situación más
gratificante para el hombre y la que le brinda mayor perfección.
Una razón para volver es la justicia. Si el liberado lo llegó a ser gracias a
un esfuerzo colectivo de ciertos hombres encadenados que le ayudaron a salir es
de justicia intentar rescatarles para pagarles el favor. Es decir, que si el
filósofo lo es gracias a la sociedad que se ha preocupado de educarlo y
prepararlo debidamente, es justo que vuelva a la sociedad e intente predisponer
las mentes de sus compatriotas al verdadero conocimiento. Tal filósofo está en
deuda con la sociedad. Se refiere Platón en este caso a su utopía política
donde el Estado procuraría para todos una educación que fuese buena para el
individuo y repercutiese de una manera directa o indirecta en un beneficio
colectivo. Similar planteamiento tenían ciertos países comunistas del este de
Europa cuando exigían al gran científico que quería emigrar a EE.UU, donde
estaría sin duda mejor pagado, que se quedara en el país y que su genio
revirtiese en un beneficio para todos sus compatriotas.
Otro motivo para volver es el amor a los amigos errados que
aún están en la caverna. Sócrates es el filósofo hecho a sí mismo y se preocupa
de buscar la verdad con sus discípulos por un motivo exclusivamente amoroso. Es
sabido que para Sócrates lo único que justifica la pedagogía es el amor, por
eso califica la relación entre maestro y discípulo como una relación erótica,
esto es, amorosa. La actividad filosófica-social (el dialogo socrático y no la
reflexión solitaria) es evidentemente una vuelta a la caverna. Si Sócrates no
es un ermitaño dedicado íntimamente a sus reflexiones es por el cariño y
compasión que le despiertan sus jóvenes amigos errados y deseosos de saber. El
mensaje subliminar de Platón es que la virtud individual, puramente ética, no
es completa si no se convierte en virtud política. La perfección del hombre
está con los otros hombres, en el ámbito social.
Si el hombre liberado vuelve de
hecho a la caverna no será muy bien recibido. Cuanto menos será considerado un
loco risible. Se refiere Platón de nuevo a Sócrates, al filósofo hecho a sí
mismo, y no por la colectividad, y que decide filosofar en sociedad dialogando
y predisponiendo las mentes a la verdad. En el mejor de los casos tal individuo
será considerado un loco curioso que habla de cosas que nadie conoce y parecen
disparatadas. El filósofo autodidacta, Sócrates mismo, pronto pasará de ser un
loco risible a un loco peligroso, pues su actividad filosófica y social hace
peligrar el orden vigente. Los poderosos, que son los que más tienen que
perder, intentarán deshacerse de él. Ciertamente Sócrates murió injustamente en
la Atenas democrática por defender la verdad.
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