INTRODUCCIÓN
LA ARISTOCRACIA PLATÓNICA
La política de Platón nos propone la primera utopía
occidental. La utopía es
una forma de organización social y política que debido a la perfección teórica
que supone y a los presupuestos sobre la naturaleza humana de los que parte
resulta imposible o muy difícil de realizar. La palabra utopía es de origen
griego y etimológicamente nos remite a un no-lugar (u-topos), algo que no se da
en la realidad. No obstante, Platón no designa a
su organización política como utopía. La palabra utopía es un neologismo
utilizado por primera vez por el renacentista Tomás Moro en su obra
Utopía donde describe, precisamente, una sociedad ideal. Generalmente utopía es una palabra que tiende a valorarse en un sentido
positivo. Es decir, la utopía sería siempre algo justo, bueno y deseable. No
obstante, muchos politólogos y filósofos nos han puesto sobre aviso de los
peligros de algunas utopías aparentemente perfectas y sin embargo provocadoras
de grandes males. Karl
Popper, filósofo austríaco del siglo XX, es el más crítico en este sentido.
Precisamente por esta controversia (por otro lado prácticamente inevitable en
las cuestiones políticas) se suelen utilizar otras dos palabras que vienen a
dar valor a la palabra utopía que aparecería así como aséptica o neutra:
distopía y eutopía. Designar como distopía a una utopía política significa que nos parece injusta y
por ende no deseable bien por sí misma o bien por las inevitables consecuencias
que de ella se derivan. Si la designamos como eutopía, la consideramos justa,
deseable y buena. Así pues, una misma utopía será valorada como distopía por
unos y eutopía por otros.
LA ARISTOCRACIA PLATÓNICA
Toda actividad humana más o menos compleja implica un conocimiento previo, una cierta sabiduría. No todos los hombres están capacitados ni son aptos para hacer según qué cosas. Si se me estropea el televisor no dejo que cualquiera intente arreglarlo. Me aseguraré de que el hombre que lo intente arreglar sepa como funcionan los televisores. Si me quiero hacer un traje tampoco dejo esta tarea a cualquiera. Me aseguraré de que la persona en cuestión sepa lo suficiente para desempeñar su trabajo. Es evidente que los más aptos para arreglar televisores o hacer trajes son los que saben de televisores y trajes. Son por tanto ellos los que, en puridad, deben ejercer sus respectivas actividades.
Para Platón el gobierno de un Estado es una tarea complicada; más que arreglar televisores o diseñar trajes. El gobernante debe diseñar leyes justas y administrarlas con justicia. El conocimiento de lo que está bien o mal, de lo que es justo o injusto, no es un conocimiento fácilmente asequible. Si no investigamos, si no estudiamos y nos esforzamos, nuestros conocimientos de la justicia, el bien, etc., serán muy rudimentarios. Así pues, no todos los hombres están igualmente capacitados para gobernar un Estado. Los más capacitados para esta tarea son los que se han pasado la mayor parte de sus vidas intentando saber: los filósofos. Los filósofos, si de verdad han realizado correctamente su camino de conocimiento, han llegado a conocer la Justicia en sí y el Bien en sí. Los filósofos son, por tanto, los que más saben de los conceptos éticos y políticos necesarios para gobernar un Estado; son pues los más aptos o capacitados para la tarea de gobierno. En virtud de esta consideración la política de Platón es una aristocracia o gobierno de los más capacitados.
SIMILITUD ENTRE EL ESTADO Y EL ALMA
Platón concibe el estado como un organismo similar al alma. El Estado, como el alma, está constituido por tres partes distintas (clases sociales). Cada clase social tiene una función propia. La clase social de los filósofos tiene la función propia de ser sabia, prudente y gobernar a las demás. La clase social de los guardianes, auxiliares o militares tiene la función propia de ser fuerte, valiente y obedecer a los gobernantes. La clase social de los artesanos tiene la función propia de la templanza, la producción de bienes y obedecer a la clase de los filósofos.
Si los filósofos gobiernan con sabiduría la clase social de los filósofos alcanza su virtud. Si los guardianes son fuertes, valientes y obedientes a los filósofos alcanzan su virtud. Si los artesanos son productivos y obedientes al gobierno alcanzan su virtud.
Si las tres clases sociales realizan su función alcanzando sus respectivas virtudes al unísono, se consigue la armonía entre las partes, la virtud suprema: la justicia, gracias a la cual se alcanza el Bien supremo para el Estado.
LA JUSTICIA Y LA LEY
Respecto a los gobernantes y guardianes la Ley ha de tratar que estas dos clases no se enemisten, pues lo peor que le puede ocurrir a un estado es que ambas clases se enfrenten. Comúnmente el motivo de disputa entre hombres es siempre la propiedad privada. Es fácil que alguien se enfade con otro porque le ha quitado la mujer o el marido, le ha robado el reloj o ha invadido su casa. Para que esto no ocurra entre gobernantes y guardianes la ley suprimirá la propiedad privada entre estas dos clases. Hombres y mujeres vivirán en comunidad de hijos y bienes. No existirá la institución matrimonial.
Respecto a los artesanos la ley proclamará lo que debe recibir éste por su trabajo. La riqueza que el artesano recibirá no habrá de ser mucha, porque el artesano querría, entonces, dejar de ser artesano y dejaría por tanto de cumplir su función. La riqueza tampoco habrá de ser mínima, porque entonces el artesano dejaría de realizar su función de modo conveniente. Se le debe asignar un salario que le mantenga atado a su oficio y no provoque una situación de miseria. A los artesanos se les estará permitido tener propiedad privada, mujer e hijos.
Hemos visto lo que dice la Ley en relación con las clases; pero ¿qué dice respecto a los colectivos? Respecto a los niños la Ley designa que el Estado se debe hacer cargo de su educación y crianza. Respecto a las mujeres, el hecho anterior hace que éstas participen en la vida pública en pie de igualdad con el hombre, incluso en la guerra, pues la mujer no se encuentra ya atada a la crianza de sus hijos. Platón considera al hombre y a la mujer con los mismos talentos y facultades.
Hemos visto lo que dice la Ley en relación con las clases; pero ¿qué dice respecto a los colectivos? Respecto a los niños la Ley designa que el Estado se debe hacer cargo de su educación y crianza. Respecto a las mujeres, el hecho anterior hace que éstas participen en la vida pública en pie de igualdad con el hombre, incluso en la guerra, pues la mujer no se encuentra ya atada a la crianza de sus hijos. Platón considera al hombre y a la mujer con los mismos talentos y facultades.
LA EDUCACIÓN
Platón cree que cada individuo tiene una predisposición temperamental dependiendo de la parte del alma que predomine. La parte concupiscible es la que predomina en los artesanos, la irascible en los militares y la racional en los filósofos. Platón piensa que el temperamento se hereda de padres a hijos, y que lo mejor que le puede pasar un individuo, y por ende a la sociedad, es recibir una formación de acuerdo con su natural modo de ser, y pertenecer a la clase social correspondiente.
Así pues, el proceso educativo en el Estado ideal de Platón tendrá dos tareas. Primero, tratar de detectar el alma predominante en el individuo en una especie de auscultación psicológica que tendrán que llevar a cabo los maestros, es decir, los filósofos, y segundo, proporcionar la formación adecuada.
El proceso de educación tiene tres niveles. Un nivel básico, para los artesanos, un nivel medio para los militares, donde se enseñarán fundamentalmente matemáticas y estrategias guerreras, y uno superior para los filósofos, constituido básicamente por la dialéctica.
En rigor, la auscultación psicológica para detectar el temperamento del individuo no es necesaria para los hijos de los artesanos. El Estado sabe a priori que en ellos predominará el alma concupiscible. Siendo éste el alma predominante en los progenitores es el que heredará inevitablemente el hijo. Para Platón es tan inconcebible que el hijo de un matrimonio de artesanos tenga una natural predisposición a la filosofía como un matrimonio de negros, con ancestros también negros, tenga un niño blanco. La auscultación psicológica es sin embargo imprescindible para los niños que proceden de la comuna, pues el Estado no sabe a priori si predomina en ellos el alma racional o irascible debido a la incertidumbre sobre sus progenitores concretos.
El proceso de educación tiene tres niveles. Un nivel básico, para los artesanos, un nivel medio para los militares, donde se enseñarán fundamentalmente matemáticas y estrategias guerreras, y uno superior para los filósofos, constituido básicamente por la dialéctica.
En rigor, la auscultación psicológica para detectar el temperamento del individuo no es necesaria para los hijos de los artesanos. El Estado sabe a priori que en ellos predominará el alma concupiscible. Siendo éste el alma predominante en los progenitores es el que heredará inevitablemente el hijo. Para Platón es tan inconcebible que el hijo de un matrimonio de artesanos tenga una natural predisposición a la filosofía como un matrimonio de negros, con ancestros también negros, tenga un niño blanco. La auscultación psicológica es sin embargo imprescindible para los niños que proceden de la comuna, pues el Estado no sabe a priori si predomina en ellos el alma racional o irascible debido a la incertidumbre sobre sus progenitores concretos.
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