La película Antz nos sirve para ilustrar la política platónica. Existen múltiples similitudes y algunas diferencias. Intentemos resaltarlas.
El hormiguero está estructurado en tres clases sociales: gobernantes, militares
y trabajadores, de forma similar a como Platón piensa su República. Las clases
sociales están determinadas por el temperamento del individuo que tiene un
carácter hereditario, recordemos como al principio de la película es asignado
un pico o un casco militar a la pequeña larva de hormiga. La virtud de cada
clase social es el cumplimiento de su deber. Lo importante es el superorganismo
o la comunidad de hormigas donde el individuo es insignificante. La
aristocracia gobernante (la reina, la princesa Bala y su séquito), convive con
la clase militar en Palacio (al menos con las altas jerarquías militares) y
Platón prescribe que gobernantes y militares vivan en comunidad.
Ciertamente la aristocracia gobernante de la película Antz (la hormiga reina y su hija), no son filósofos. Además lo que plantea la película es más bien el sometimiento de la aristocracia a la élite militar en una especie de golpe de Estado. Ambas cuestiones no serían subscritas por Platón.
Ciertamente la aristocracia gobernante de la película Antz (la hormiga reina y su hija), no son filósofos. Además lo que plantea la película es más bien el sometimiento de la aristocracia a la élite militar en una especie de golpe de Estado. Ambas cuestiones no serían subscritas por Platón.
La utopía es una forma
de organización social y política que debido a la perfección teórica que supone
y a los presupuestos sobre la naturaleza humana de los que parte resulta
imposible o muy difícil de realizar. La palabra utopía es de origen griego y
etimológicamente nos remite a un no-lugar (u-topos), algo que no existe
“¿todavía?” en la realidad. El primero que utiliza esta palabra en el sentido
citado es el renacentista Tomás
Moro en su obra Utopía donde describe una sociedad ideal.
Generalmente utopía es una palabra que tiende a valorarse en un sentido
positivo. Es decir, la utopía sería siempre algo justo, bueno y deseable. No
obstante, muchos politólogos y filósofos nos han puesto sobre aviso de los
peligros de algunas utopías aparentemente perfectas y sin embargo provocadoras
de grandes males. Karl
Popper, filósofo austríaco del siglo XX, es el más crítico en este sentido.
Precisamente por esta controversia (por otro lado prácticamente inevitable en
las cuestiones políticas) se suelen utilizar otras dos palabras que vienen a
dar valor a la palabra utopía que aparecería así como aséptica o neutra:
distopía y eutopía.
Designar como distopía a una concepción política es considerar que tal
concepción está basado en una reflexión teórica difícil o imposible de realizar
en su pureza, pero además injusta y por ende no deseable bien por sí misma o
bien por las inevitables consecuencias que de ella se derivan. Si designamos
una concepción política como eutopía, igualmente consideramos que tal idea está
basada en un cálculo racional difícil o imposible de realizar, pero en este
caso quien así la nombra la considera justa, deseable y buena. Así pues, una
misma utopía será valorada como distopía por unos y eutopía por otros.
Las utopías más conocidas son las de carácter comunitarista y las de
carácter anarquista o
libertarias. La película Antz nos ilustra con todo detalle sobre una utopía
comunitarista muy similar a la platónica: la organización socio-política del
hormiguero; pero también se refiere a otra utopía de carácter libertario que
estaría fuera del hormiguero. Un mundo de jauja donde los individuos serían
absolutamente libres y encontrarían una idílica felicidad: insectopía.
La película nos muestra desde el principio la utopía del hormiguero como
distopía, pues incide en las consecuencias negativas de todo planteamiento
comunitarista donde la voluntad libre del individuo no tiene ningún valor. Pero
también insectopía acaba siendo vista de modo negativo. El mundo absolutamente libre
fuera del hormiguero tampoco es jauja, existen múltiples riesgos y peligros que
privan a las hormigas de una mínima seguridad capaz de propiciar la felicidad.
También la utopía libertaria de fuera del hormiguero acaba siendo valorada como
distopía.
Antz acaba tomando una postura más realista, una especie de término medio: “mi
actividad y función en la nueva sociedad es muy parecida a la de antes, pero la
diferencia es que ahora la he elegido yo”, nos viene a decir al final de la
película.
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