De momento, sólo me afloran preguntas.
En relación con la cognición: ¿fomenta el medio digital la memoria a corto y largo plazo?, ¿fomenta la capacidad de atención y concentración?, ¿fomenta la capacidad de juicio?
En relación con la socialización y la educación: ¿influye un predominio de la imagen y la actividad en la red sobre la lectura reposada de un libro en el comportamiento social de los alumnos?, ¿es quizá una locura pararnos un poco a pensar si una enseñanza básica digitalizada ayudará a que nuestros alumnos sean más reflexivos, prudentes y controlados?¿si un Centro Escolar lleno de pizarras digitales dará un poco de sosiego a nuestro querido alumno hiperactivo? ¿Hará todo ello que se modifique su autoreferencialidad, su asertividad afectada o su tolerancia ante la frustración?
Desconocemos aun los resultados formativos-educativos que un uso generalizado y sistemático en colegios e institutos podrían producir las nuevas tecnologías, sobre todo si el maestro pasa a un segundo o tercer plano. Ignoramos los efectos que un abuso o un uso inadecuado puede acarrear en los alumnos de primaria y secundaria. Sí, también en secundaria. Insisto en que la enseñanza secundaria es hoy una continuación de la primaria donde no hay un cambio significativo en relación con las capacidades cognitivas que desarrollan nuestros alumnos. Tampoco en sus comportamientos.
El psicólogo británico Aric Sigman ha hecho estudios sobre la influencia específica del medio televisivo en el desarrollo del cerebro de los niños. Encontró que el efecto en el cerebro no es estimulante sino narcótico, entumeciendo áreas del cerebro que sin embargo son estimuladas normalmente por la lectura. Debemos recordar que el cerebro humano se encuentra en una constante búsqueda de nuevos estímulos. Si la estimulación es moderada, el nivel de atención y concentración aumenta, pues aumenta la expectativa. La televisión o la red satura fácilmente el nivel de estimulación novedosa del cerebro humano y es por tanto natural que los niños y adolescentes parezcan tener rangos de atención más cortos y se aburran fácilmente. El nivel de atención y concentración disminuye en todos los aspectos. Sorprender a un niño que está constantemente siendo sorprendido es muy difícil. Esta variación en el nivel de atención y concentración también se refleja en los aprendizajes motores y posteriormente en los intelectuales.
El desarrollo de las capacidades cognitivas del cerebro parece seguir unas pautas naturales que son a grandes rasgos las pautas que ha seguido la Humanidad en su desarrollo humano y civilizatorio. Primero aprendimos a hacer. El hombre empieza a manejar instrumentos y a crearlos. Estos es posible por el desarrollo de su psicomotricidad. Nos movemos, exploramos y aprendemos del mundo. Aprendemos también a percibir. Después aparece el lenguaje hablado y el primer atisbo de pensamiento abstracto. Todo esto nos hizo seres humanos, y parece que el cerebro está predispuesto a reproducir esta secuencia. Mucho tiempo después surge la escritura, una escritura no alfabética ni fonética que se confunde a veces con la representación pictórica. Y finalmente nace la escritura y la lectura alfabética. La escritura, y más aun la alfabética, se antoja algo muy contingente en el desarrollo humano. Apareció, pero podría no haber aparecido. Si no hubiese aparecido seguiríamos siendo hombres, desde luego, pero no seríamos lo mismo. El lenguaje alfabético es un artificio muy complejo, y para lograrlo se libró una dura batalla. Y siempre se logra a través de una dura batalla que se libra en el cerebro de cada niño. No parece haber ninguna predisposición evolutiva al lenguaje alfabético. No obstante, es este tipo de lenguaje, y el modo en que modifica la oralidad anterior (oralidad primaria, diría W. Ong), lo que nos hace ciudadanos. Es decir, algo más que meros seres humanos. Enseñar a leer y a escribir, y convertirlo en un hábito es pues la tarea educativa más dura e importante.
En neurociencia se suele hablar de las ventanas de oportunidad: períodos importantes en los cuales el cerebro responde a ciertos tipos de estímulos para crear o consolidar redes neuronales. A esto se le añade el concepto de ventanas críticas, momento en el cual el cerebro se cierra o endurece e impide o dificulta que las células adquieran la habilidad para realizar determinadas tareas.Dado que el cerebro parece tener una plasticidad que aumenta o disminuye en relación con su desarrollo, podemos decir que hay un período óptimo para la adquisición de actividades motoras así como para otras actividades cognitivas. Si éste no se aprovecha, el aprendizaje de dicha actividad será más complicado. De modo que la sobre exposición de los niños a la tecnología actual podría ser un inconveniente para el desarrollo motor del niño, ya que disminuye el tiempo óptimo durante el cual se debe exponer a los estímulos capaces de desarrollar su motricidad. El resultado es que disminuye o e incluso se pierde la opción de estimular al cerebro para la adquisición de habilidades motoras específicas, como lo es tocar un instrumento, por ejemplo. Aric Sigman afirma que debido a que los trabajos manuales están siendo reemplazados por los juegos electrónicos, hoy es posible encontrar niños de once años con déficit en ciertas áreas del desarrollo cognitivo, pues realizar labores manuales permite a los niños experimentar, y por tanto aprender el funcionamiento del mundo, así como comprender el mecanismo de diversos materiales. Asimismo, Lucía Monteiro, especialista en psicomotrocidad en la infancia, explica que los niños a través de la experiencia con el entorno y del juego adquieren diversas capacidades y nociones espaciales que incluso se pueden ver reflejadas en el cerebro a nivel neuronal. También resalta que dicho proceso experimental y motor es importante para cuando empieza la formación del pensamiento lógico, ya que debido a que la puerta de entrada al cerebro son los sentidos, una correcta percepción (adquirida por una correcta psicomotricidad y conocimiento del espacio) ha de preceder a una buena comprensión intelectual a partir de palabras y conceptos. Hablados primero, y escritos y leídos después. De modo que una mala motricidad dificulta la verbalidad (al menos en su aspecto lógico), la escritura y la lectura posteriores. Con todo, la reflexión más alarmante la hace Giovanni Sartori quien advierte que los niños que aprenden a través de la multimedia antes que de la lectura o de la oralidad tradicional (señala por ejemplo como la tradicional baby sitter ha sido sustituida por horas y horas delante del televisor) estructuran su psique de modo que prima lo visible sobre lo inteligible. Pasado el tiempo se aumenta la posibilidad de que se conviertan en ciudadanos que ven sin entender. El video-niño de Sartori genera un video-adulto e inaugura una nueva época de video-política y postpensamiento donde lo que no aparece en una pantalla sencillamente no existe y el sentido crítico se atrofia. Pero en fin, todo esto es especulación. Aun queda mucho que aprender sobre el cerebro y mucho más aún sobre la mente. Las conclusiones de Aric Sigman, de la especialista Lucía Monteiro y las apocalípticas profecías de Giovanni Sartori deberán ser contrastadas y matizadas por otros psicólogos, neurocientíficos y pensadoras posteriores. No obstante, el tema es apasionante. Los profesores solo tenemos nuestra experiencia diaria y nuestras tímidas sospechas. Sólo nos queda dar testimonio.
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